
Ficha técnica
Título: Tacos altos | Autor: Federico Jeanmarie | Editorial: Anagrama | Colección: Narrativas hispánicas | Páginas: 168| Fecha: mar/2016 | ISBN 978-84-339-9809-5
Precio: 15,90 euros |
Tacos altos
Federico Jeanmarie
«Sospecho que hay un momento de la vida en el que cada hombre o cada mujer descubren quiénes son. Lo saben. De repente. Frente a una instancia crucial o frente a un hecho insignificante. Da lo mismo», dice la protagonista, pero poco después añade: «Yo, en cambio, todavía no sé quién soy. Y, por no saber, ni siquiera sé si es que ya me convierto en una mujer o aún me falta un poco de tiempo.»
Buena parte de esta incertidumbre tiene su origen en su identidad cruzada: de origen chino, pero criada en Argentina. De allí se ha marchado para vivir con sus abuelos en China, pero pronto regresará contratada como intérprete de unos empresarios. Y hay una segunda incertidumbre relevante: la del tránsito entre la niña y la mujer, que se materializará en esos tacos altos a los que hace referencia el título y que calzará por primera vez en este viaje de vuelta.
Federico Jeanmaire transporta al lector entre dos escenarios: Suzhou y Glew. El primero es chino y allí está la casa de los abuelos. El segundo es argentino, cerca de Buenos Aires, y allí vivió la protagonista. Allí también el padre tenía un supermercado. Y una pistola. Y una noche hubo un incendio. Y ahora, en el momento del regreso, acompañada por su abuelo, ella retomará el idioma que aprendió, visitará a una amiga de antaño y aquello que quedó abierto en el pasado quizás podrá clausurarse…
Esta prodigiosa novela de depurada concisión esconde una inusitada riqueza de matices. Porque guarda en sus entrañas una historia de iniciación, de paso de la infancia a la vida adulta; también una historia sobre la identidad o las identidades, sobre el choque cultural: y otra, con aires de trama policiaca, sobre la necesidad de cerrar las heridas del pasado, sobre la venganza y acaso la justicia. Una novela que hace buenas las palabras que José Saramago dedicó en su día al autor: «Una propuesta arriesgada que habla de la vida contemporánea, donde el bien y el mal comparten una frontera difusa.»
[Comienzo del libro en PDF]
Me cuesta el pasado. Y me cuesta el futuro, también. Soy china, me defiendo siempre. Pero la profesora de castellano se enoja igual conmigo y entonces le pone una calificación a mi prueba que no es buena.
¿Soy china?
No sé.
Ahora no importa.
De cualquier manera, sospecho que hay un momento de la vida en el que cada hombre o cada mujer descubren quiénes son. Lo saben. De repente. Frente a una instancia crucial o frente a un hecho insignificante, da lo mismo.
Mi padre lo sabe.
Por supuesto que lo sabe.
Estoy convencida de que lo sabe. Pero cuándo, en qué instante, eso en verdad no lo sé. Puede ser durante aquel larguísimo último día de calor en Glew o puede ocurrir muchísimos años antes.
Yo, en cambio, todavía no sé quién soy.
Y, por no saber, ni siquiera sé si es que ya me convierto en una mujer o aún me falta un poco de tiempo, como repite cada vez que tiene oportunidad mi abuelo paterno.
Tampoco importa.
Más tarde o más temprano termino por ser esa mujer que anuncia, como una cuestión más o menos inminente, mi abuelo paterno. Cuentan los ancianos que hasta algunas raíces de ginseng se convierten un buen día en mujeres, ¿por qué no lo voy a hacer yo, entonces?
Y enseguida después de convertirme en mujer, espero, descubro quién soy.
Realmente quién soy.
Ahora, no me importa. Ni lo de ser mujer ni lo de saber quién soy. Ahora mismo, aunque me cueste el pasado y me cueste el futuro y, algunas veces,también los géneros y la diferencia entre el plural y el singular, lo único que pretendo es escribir en castellano, para no olvidar, acerca de la plaza de allá. La plaza de Glew.