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Ficha técnica

Título: Salvar las apariencias | Autor: Owen Barfield | Editorial: Atalanta | Tamaño: 14 x 24 | Formato: Cartoné | Páginas: 256 | ISBN: 978-84-943030-6-7 | Precio: 25 euros

Salvar las apariencias

ATALANTA

«Estamos bien provistos de escritores interesantes, pero Owen Barfield no se encuentra en la categoría de lo simplemente interesante. Ambiciona hacernos libres de la prisión que hemos construido para no­sotros mismos con nuestros propios modos de conocimiento, nuestros falsos y estrechos hábitos de pensamiento y nuestro «sentido común».» Saul Bellow

Miremos un arcoíris, nos dice Barfield. ¿Está realmente ahí? Mientras dura, diremos que sí. Sabemos que se compone de gotas de lluvia, de luz solar y de nuestra visión, pero lo único que lo distingue de una alucinación es el hecho de que todos lo vemos. Pensemos ahora en un árbol. Podemos tocarlo, olerlo, y también sabemos que se compone de moléculas y partículas subatómicas que constituyen su sustancia real. Pero si el árbol está compuesto de partículas, éstas son al árbol lo que las gotas de lluvia al arcoíris. Así pues, el mundo que vemos nunca será objetivo: siempre dependerá de nuestra propia percepción del mundo fenoménico, que siempre es correlativa a la evolución de la consciencia humana.

Tomando fuentes tan diversas como la mitología, la historia, la filosofía, la literatura, la teología y la ciencia, Owen Barfield nos presenta un apasionante recorrido a través de la evolución de la consciencia, desde el Antiguo Testamento y Grecia hasta la ciencia moderna, para hacernos saber que el mundo que experimentamos cada día es el resultado del desarrollo de nuestra consciencia participante y de su co-creación simultánea. El tiempo acabará convirtiendo este libro en una obra maestra.

Prólogo

En 1971 tuve la fortuna de poder participar como estudiante en varios seminarios de Owen Barfield y oírle hablar en ellos. Me atraían la claridad de su pensamiento y la perfecta seriedad con que trataba de literatura, filosofía y conocimiento. Para él, estas disciplinas radican en el corazón mismo de lo que significa ser humano. Ningún profesor de mi universidad lo había igualado en esto, y esto era lo que yo andaba buscando. Unas cuantas preguntas bullían en mí. ¿Cuál es la relación real de mi inquieto yo interior con el mundo exterior? ¿Por qué soy un ser autoconsciente? ¿Cómo hemos llegado los seres humanos a estar donde ahora estamos? La literatura y la filosofía deben ocuparse de estas cuestiones, y Barfield dejaba bien claro el porqué.

Con el fin de crear un contexto desde el cual explorar sus ideas, describiré ciertas escenas de la primera parte de su longeva existencia. Owen Barfield nació en el norte de Londres el 9 de noviembre de 1898 y murió en Forest Row, Sussex, en el sureste de Inglaterra, el 14 de diciembre de 1997, poco más de un mes después de haber celebrado su noventa y nueve cumpleaños. Era el menor de cuatro hermanos, dos chicas y dos chicos. Su padre era abogado y su madre una excelente pianista y una ferviente feminista. Como otras familias de clase media de la época, su entorno doméstico incluía una niñera, una cocinera y una doncella. Asistió a la Highgate School, un típico colegio inglés fundado en 1565, donde el latín y el francés eran obligatorios a partir de los ocho años -Barfield acabaría especializándose en lenguas clásicas (lengua y literatura latina y griega).

En su adolescencia comenzó a sufrir de tartamudez. Más tarde pensaría que ésta empeoró con el estallido de la Primera Guerra Mundial y que tal vez su causa fuera un profundo miedo inconsciente, pues no era producto de ninguna dolencia física. Aunque no afectó negativamente a su trabajo académico, era la prueba de una aflicción social. En torno a los quince años llegó a escribir un poema sobre el sueño en el que mencionaba su deseo de no volver a despertar. Este problema oral lo acompañó toda su vida -sus clases eran magníficas, pero solía valerse de un texto preparado al efecto-, salvo cuando recitaba poesía, cantaba o actuaba. El amor al lenguaje estaba en el corazón de toda su obra: su don (y quizá su destino) era la capacidad de remoldear la palabra escrita como un medio para expresar el redescubrimiento del significado. Finalizó su etapa escolar durante la guerra y en 1917 fue llamado a filas. Compartía con sus padres la desaprobación del patrioterismo de la época. Tuvo la suerte de librarse del frente occidental, donde la expectativa de vida para un soldado de infantería era de tan sólo tres semanas. Lo habían destinado a comunicaciones y asistió a la guerra desde un puesto seguro.

[ADELANTO DEL LIBRO EN PDF]

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