Que nadie te salve la vida
Flavia Company
Un buen día te levantas, te pones la ropa de siempre, entras en la consulta de un médico y sales sabiendo que te quedan solo cuatro meses de vida. Sabes también que no vale la pena luchar, así que lo mejor es ir saldando tus deudas y despedirte de lo poco o mucho que el destino te ha dado.
Enzo solo tiene dos personas a quien decir adiós: ahí está Víctor, su amigo del alma, a quien conoce de la época universitaria y que le salvó la vida de manera fortuita cuando todavía eran estudiantes. Y también está, aunque más lejos, tan lejos que casi no puede imaginarla, una niña de cinco años que es su hija.
Víctor, hombre calculador hasta el extremo de convertir los sentimientos en ecuaciones, le pedirá un último favor. Dado que va a morir, le pide que haga algo verdaderamente útil: al igual que hizo él tantos años antes, ahora espera que Enzo también le salve la vida. Pero, ¿en qué consiste salvarle la vida a Víctor? Ya en su lecho de muerte, después de haber tomado una decisión al respecto y de haber obrado en consecuencia, decide escribir una carta a su hija, en la que ella descubrirá que su padre murió cargado con una culpa que ella tendrá que aliviar.
¿Vale la pena intentarlo?, ¿tiene sentido pedir perdón cuando quizá es demasiado tarde?
Como todas las buenas novelas, Que nadie te salve la vida planeta preguntas en vez de consolarnos con respuestas, y el talento de Flavia Company acompaña al lector en una historia donde casi nada es como debería ser.
COMIENZO DEL LIBRO
Un hombre existe porque existen otros. El remordimiento no le permite pensar en nada más. Cierra los ojos. Se le cierran.
Dentro de veinte años, Gabi o alguna otra persona le entregará a su hija la carta que él escribió días atrás. Su herencia. Se puede heredar cualquier cosa. Dentro de veinte años hará veinte años de su muerte.
Traductor. Ha traducido de todo. Catálogos y prospectos. Gestos y acciones. Miedos. Miradas. Muchos libros. Recuerda mejor los libros que ha traducido que las mujeres a las que ha besado.
No sabe rezar. Repite fragmentos de novelas. Las novelas también son libros de oraciones. Sonríe. Con los ojos cerrados. Libros de oraciones. Le ha parecido gracioso. Dentro de veinte años su hija tendrá veinticinco y recibirá la carta. Se ha esmerado al escribirla. Querida hija mía, tú no me conoces, pero estoy seguro de que harás lo que te pido desde la muerte. Las palabras me han traído hasta aquí; con las palabras se ofrece y se promete, con las acciones se cumple.