
No te mereces nada
Alexander Maksik
Con un estilo propio, el París de Maksik es sensual, cegador y peligrosamente seductor, un escenario más que apropiado para una historia trágica sobre la tensión entre deseo y acción y sobre la compleja relación que existe entre nuestra persona pública y la privada.
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PRIMERAS PÁGINAS
GILAD
24 años
Vives en un sitio y, en un abrir y cerrar de ojos, vives en otro. No es nada complicado. Subes a un avión y te largas. La gente siempre está hablando de su hogar. De su casa, de su barrio. En las películas no paran de decir de dónde son, de dónde han venido. Siempre salen esas cosas en las películas. La calle. La manzana. El restaurante. Películas italianas. Películas de negros. Películas judías. Sea en Brooklyn, o sea donde sea.
Pero yo nunca he tenido nada parecido. El espíritu de las calles no corre por mis venas. Nunca he llegado a amar una casa. Así que todo ese rollo de nada-como-el-hogar ni me llega ni me dice nada. Que estés viviendo en un sitio y luego, en cuestión de horas, puedas estar en otro es lo que me viene a la cabeza cuando pienso en el hogar. Te levantas, te dedicas a lo tuyo, comes, te vas a dormir, te levantas, comes, lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado. Y siempre lo mismo durante días, meses, años. Y un día, de golpe, ya no estás allí.