Ficha técnica
Título: Los imperfeccionistas | Autor: Tom Rachman | Editorial: Ediciones Plata | Colección: Plata | Género:Novela | ISBN: 978-84-936960-9-2 | Páginas: 352 | Publicación: Abril de 2010
Los imperfeccionistas
Tom Rachman
A cincuenta años de su fundación por un enigmático millonario, el periódico, con sede en Roma pero escrito en inglés, se ha convertido en un particular refugio de expatriados norteamericanos que se sienten como peces fuera del agua en la caótica vitalidad de la capital italiana. Entre las manchadas alfombras y los maltratados escritorios de la redacción, los pequeños dramas del personal cobran una relevancia mucho mayor que los titulares de cada día. Kathleen, la autoritaria redactora jefe, se recupera de una traición matrimonial; Herman, el jefe de estilo, se refugia del desorden de su vida en una visión extremadamente rigurosa del uso del lenguaje; Arthur, el redactor de obituarios, sufre una tragedia personal que le cambia la vida; Dave, ex corrector del periódico, decide seducir a la directora financiera responsable de su despido. Fuera de las paredes del edificio, un veterano colaborador traspasa todos los límites con tal de que se publique su artículo, y el nuevo corresponsal en El Cairo sufre las maliciosas manipulaciones de un curtido reportero de guerra. Detrás de todos ellos, en las sombras, el joven y flamante director se preocupa más por Schopenhauer, su galardonado perro de caza, que por el rumbo del excéntrico periódico de su familia.
Los imperfeccionistas, el vibrante debut de Tom Rachman, nos ofrece una mirada irónica y conmovedora de las desordenadas vidas privadas de periodistas, correctores, jefes y directores de un periódico a la antigua, formado por personajes imperfectos que avanzan como pueden hacia un futuro incierto en una época en que internet amenaza con cambiar la prensa escrita para siempre.
«Tiene más que suficientes momentos sublimes, giros inesperados y miserias periodísticas para garantizarle a este libro un lugar de honor entre las grandes novelas sobre periódicos». Publishers Weekly. Libro recomendado
«Rachman posee un talento notable para crear un grupo diverso de personas, cada una con su propia individualidad. Un debut muy potente. Divertido, humano e ingenioso.» Kirkus Reviews
«Un debut perspicaz. Rachman dibuja los pequeños dramas y decepciones personales de los personajes con humanidad y humor.» The New Yorker
«En este libro no sobra ni una sola palabra. Cada escena y detalle empuja a los personajes y a la historia hacia adelante. Los Imperfeccionistas te hará reír y llorar. Una novela excepcional que puede cambiar de tono emocional sin esfuerzo. Es magnífica.» Seattle Post-Intelligence
«Los imperfeccionistas tiene un gran estilo. Es un debut cautivador de un autor que promete ser un gran talento literario.» San Francisco Book Review
«Rachman tiene un estilo admirable. Cada capítulo está tan bien trazado que podría sostenerse como una historia breve memorable. Una novela divertida, conmovedora y, por momentos, impresionante.» The Financial Times
«Cualquiera que haya pasado tiempo en el reino de los periódicos reconocerá el elevado grado de autenticidad de Los imperfeccionistas.» The Guardian
«Bush cae en los sondeos
hasta un nuevo mínimo»
Lloyd Burko, corresponsal en París
Lloyd se sacude las mantas de encima y corre hasta la puerta, vestido con camiseta y calzoncillos blancos y calcetines negros. Procura calmarse agarrado al pomo y cierra los ojos. Un aire helado se cuela por la rendija inferior de la puerta; encoge los dedos de los pies. El rellano está en silencio. Sólo se oye un repiqueteo de tacones en el piso de arriba, un postigo que gime al otro lado del patio y su propia respiración, que produce un silbido en la nariz al exhalar.
Casi imperceptible, le llega la voz de una mujer. Cierra con fuerza los párpados, como si así pudiera aumentar el volumen, pero no logra distinguir más que un murmullo: cháchara de desayuno entre la mujer y el hombre del apartamento que hay al otro lado del rellano. Hasta que, de pronto, se abre la puerta; la voz de la mujer se oye más fuerte, el suelo de madera cruje: se acerca. Lloyd se aparta rápidamente de la puerta, abre la ventana que da al patio y se instala allí a contemplar distraídamente su rincón de París.
La mujer llama suavemente a la puerta con los nudillos.
-Entra -responde él-. No hace falta que llames.
Y su esposa entra en el apartamento por primera vez desde la noche anterior.
Lloyd no se vuelve para dar la cara a Eileen, sino que se limita a apretar aún más las rodillas desnudas contra la barandilla de hierro. Eileen le alisa el pelo gris de la nuca. Él da un respingo, sorprendido por la caricia.
-Soy yo -dice la mujer.
Lloyd sonríe con los ojos entornados y los labios entreabiertos. Toma aire como si fuera a decir algo, pero no tiene nada que contestar. Su esposa retira la mano.
Cuando por fin Lloyd se da la vuelta para mirarla, la encuentra sentada frente al cajón en el que guardan las fotos antiguas. Lleva un paño de cocina colgado al hombro y se seca los dedos húmedos de patatas peladas, lavavajillas, cebolla picada, con olor a naftalina, a tierra de las macetas de la ventana. Eileen es una mujer que todo lo toca, todo lo saborea, todo lo curiosea. Se pone las gafas que utiliza para leer.
-¿Qué buscas ahí? -pregunta él.
-Una foto mía en Vermont, cuando era niña. Quiero enseñársela a Didier. -Se levanta con un álbum de fotos entre las manos y se dirige hacia la puerta, donde se detiene un momento antes de salir-. Ya tienes planes para la cena, ¿verdad?
-Mmm… -Lloyd le señala el álbum con la cabeza-. Vayamos por partes -dice.
-¿Qué quieres decir?
-¿Te vas a mudar al piso de enfrente?
-No.
-Por mí, puedes.
Lloyd nunca ha soportado la amistad que su mujer tiene con Didier, el hombre que vive al otro lado del rellano. Ella aún no ha puesto punto final a esa otra faceta de su vida, la sexual, como ha hecho Lloyd. Tiene dieciocho años menos que él, una diferencia de edad que antes a él le resultaba incitante, pero que ahora, cumplidos los setenta, lo aleja de ella como un lago interpuesto entre ambos. Le lanza un beso y regresa a su lugar en la ventana.
Cruje el suelo de madera del rellano. La puerta de Didier se abre y se cierra. Eileen ni siquiera llama antes de entrar.
Lloyd echa un vistazo al teléfono. Hace semanas que no vende ni un solo artículo y necesita dinero. Marca el número del periódico de Roma.