
Ficha técnica
Título: Los búfalos de Broken Heart | Autor: Dan O’Brien |Traducción: Miguel Ros González | Editorial: Errata Naturae | Colección: Libros salvajes | Formato: 14 x 21,5 | Fecha: feb-2016 | Páginas: 392 | ISBN: 978-84-16544-07-3 | Precio: 21,50 euros
Los búfalos de Broken Heart
Dan O'Brien
Dan O’Brien es novelista, profesor de literatura y cetrero. Creció entre fábricas de neumáticos al noroeste de Ohio, pero siendo un crío contempló una imagen que marcaría su existencia: a través de la ventanilla trasera de un Chevrolet del 55 atisbó la desolada y sublime inmensidad de las Grandes Llanuras. Treinta años después compró allí un rancho y cambió de vida. Llegó con varios títulos universitarios y una inmensa biblioteca a un lugar en el que los libros no gozan de mucho prestigio. Se llevó un halcón como única arma para cazar en una tierra de impetuosos escopeteros. Y, para colmo, comenzó a hablar con sus vecinos sobre la importancia de preservar la fauna salvaje. Algunos pensaron que estaba loco y a otros les pareció un tipo peligroso.
Desde aquel momento Dan O’Brien trató de encontrar una forma de ganarse la vida en ese lugar bello e inhóspito. Pero pronto descubrió que las Grandes Llanuras no eran lo que de niño se figuraba: tras la aniquilación de los sesenta millones de búfalos que las poblaban y garantizaban su ecosistema, toda su riqueza natural fue devastada por el empuje capitalista. Entonces Dan O’Brien imaginó lo imposible: recuperar el entorno original e indómito que existió un día en esas vastas tierras, trayendo de vuelta a los búfalos. Y así, de paso, recobrar una forma de vida noble y salvaje para esos animales prácticamente extinguidos y también para él mismo.
Ésta es su asombrosa y apasionante odisea, narrada con la mirada penetrante de un gran novelista y el arrojo de uno de los referentes del ecologismo de nuestro tiempo. Un libro que ha entrado por derecho propio en el canon de la llamada nature writing, y que ilustra a la perfección la manera en que la vida se engrandece cuando nos decidimos a ir en busca de aquello que de verdad nos hace sentir vivos.
CAPÍTULO 1
He oído que, a veces, cuando la gente de la ciudad tiene una semana dura en el trabajo -cuando parece que su puesto corre peligro o han tomado una decisión que amenaza con arruinar sus vidas-, deambula por las calles. He oído que algunos se tiran toda la tarde en el cine, viendo la misma película una y otra vez; que caminan por los parques o se quedan en los muelles, mirando fijamente los barcos que zarpan mar adentro. El cine que me queda más a mano está a cuarenta millas(1) de distancia, y el océano está mil ochocientas millas al este. Pero estoy rodeado de un millón de acres de campo, y cuando mi mundo parece estar desmoronándose, me subo a mi camioneta y conduzco.
Intentar ganarse la vida como ranchero de las Grandes Llanuras implica muchas horas al volante, y un día de septiembre de hace doce años, a última hora de la tarde, mi trabajo me llevó a una recóndita carretera sin asfaltar, junto a la frontera sur del Parque Nacional Badlands. Estaba pensando en el plazo de la hipoteca que vencía en octubre, y en la reciente e inexplicable caída del precio del ganado que reduciría mis ingresos a la mitad. Iba más rápido de la cuenta, y cuando llegué a lo alto de una cuesta polvorienta estuve a punto de estrellarme contra un enorme búfalo.
Estaba tumbado plácidamente al sol, en el centro del camino de tierra, como un gato de dos mil libras2. Salvo por una ballena que atisbé en una ocasión, aquél era el ser vivo más grande que había visto en mi vida. Cuando el coche se detuvo por completo ya estaba demasiado cerca, y mientras trajinaba nervioso para meter la marcha atrás, el búfalo levantó la cabeza y me miró fijamente. Estaba tan cerca que podía ver el parachoques de mi camioneta reflejado en sus ojos negros y redondos, bajo los mechones de pelo oscuro y rizado. La cabeza tenía el tamaño de un lavavajillas.
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(1) Una milla equivale a algo más de kilómetro y medio. (Todas las notas son del traductor).