
Ficha técnica
Título: Las gafas de oro | Autor: Giorgio Bassani | Traducción: Juan Antonio Méndez | Editorial: Acantilado | Colección: Narrativa del Acantilado, 260 | Encuadernación: Rústica cosida | Formato: 13 x 21 cm | Páginas: 128 | ISBN: 978-84-16011-70-4 | Precio: 14 euros
Las gafas de oro
Giorgio Bassani
Este segundo volumen de La novela de Ferrara tal vez constituya el relato más depurado de Bassani.
Elegante y elegíaca, Las gafas de oro narra la historia de Fadigati, un médico reputado que se instala felizmente en Ferrara hasta que el rechazo unánime de su homosexualidad lo condena al ostracismo en el mismo momento en que empieza la persecución de los judíos en Europa.
La maestría estilística de Bassani transforma una sutil analogía en una metáfora de la deriva de la Italia fascista de los años treinta y de la inexorable barbarie humana.
La crítica dice:
«Una novelita deliciosa, quizá la más perfecta y depurada de Bassani». El Mundo
«Las gafas de oro me parece de veras una auténtica obra maestra, por encima de los románticos Finzi-Contini. Espléndida». Luis Antonio de Villena, El Mundo
«Un monumento al respeto y a la diferencia». El Correo de Andalucía
«A Giorgio Bassani, como a todos los grandes escritores, le gusta mostrar lo cercano, lo local, lo que hierve en la memoria, para que el lector vuele sin apenas darse cuenta hacia lo universal». Fulgencio Argüelles, El Comercio
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Con el tiempo, en Ferrara cada vez son menos, aunque aún no pueda decirse que son pocos, los que recuerdan al doctor Fadigati (Athos Fadigati, por supuesto-dicen al recordar-, el otorrinolaringólogo que tenía consulta y casa envia Gorgadello, a dos pasos de piazza delle Erbe, que acabó tan mal, el pobre, y tuvo un final tan trágico, precisamente él, que de joven vino a establecerse en nuestra ciudad desde su Venecia natal, y parecía destinado a la carrera más regular, más tranquila y, precisamente por eso, más envidiable…).
Fue en 1919, inmediatamente después de la otra guerra. Por razones de edad, yo, el que escribe, apenas puedo dar una imagen más bien vaga y confusa de la época. Los cafés del centro hervían de oficiales de uniforme. A lo largo de corso Giovecca y de corso Roma (hoy rebautizado con el nombre de Mártires de la Libertad) no dejaban de pasar camiones ondeando banderas rojas; sobre los andamios que cubrían la fachada en obras del edificio de Assicurazioni Generali, frente al lado norte del Castillo, habían desplegado un enorme cartel publicitario escarlata que invitaba a amigos y adversarios del socialismo a beber en buena armonía el aperitivo lenin; casi todos los días se armaban peleas entre campesinos y obreros radicales por un lado y ex combatientes por otro… Ese clima febril, de agitación, de distracción general en el que se desarrolló la primera infancia de todos aquellos que luego, en los veinte años siguientes, se convertirían en hombres, de alguna manera tuvo que favorecer al veneciano Fadigati. En una ciudad como la nuestra, en la que los jóvenes de buena familia, más que en cualquier otro sitio, al término de la guerra se mostraron renuentes a volver a las profesiones liberales, se entiende muy bien cómo pudo echar raíces sin casi hacerse notar. El caso es que en 1925, cuando las cosas empezaron a calmarse y el fascismo, organizándose en un gran partido nacional, fue capaz de ofrecer ventajosas colocaciones a todos los rezagados, Athos Fadigati ya estaba sólidamente instalado en Ferrara, era titular de una magnífica consulta privada y, además, director de la sección garganta-nariz-oído del nuevo hospital arzobispal Sant’Anna.