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Ficha técnica

Título: Las casas de los rusos | Autor: Robert Aickman | Traducción: Arturo Peral Santamaría e Irene Maseda Martín | Editorial: Atalanta | Colección: Ars Brevis | Tamaño: 14 X 22 | Encuadernación: Rústica | Páginas: 312 | Fecha: 2016 | ISBN: 978-84-945231-3-7 | Precio: 25 euros

Las casas de los rusos

Robert Aickman

ATALANTA

Considerado por muchos uno de los más destacados autores ingleses de literatura fantástica de la segunda mitad del siglo XX, el londinense Robert Aickman siempre sostuvo que no escribía cuentos de terror, sino «historias de lo extraño» -así le gustaba definirlas-, relatos que tienen la rara virtud de sumergirnos en una tensa e inquietante atmósfera. Esta nueva entrega de su obra vuelve a constatar, como Cuentos de lo extraño (Atalanta, n.º 53), su gran talento para lo fantástico narrativo.

Aickman es un escritor refinado, inteligente, sensible y culto, y en sus páginas resuenan los ecos de muchas lecturas, cuya variedad podemos rastrear por las referencias halladas en el texto: Renan (un autor hoy olvidado), Arthur Machen, Céline, Daudet, Strindberg… pero también Walter de la Mare, Algernon Blackwood, M. R. James […].

«En el extenso artículo dedicado a Aickman en The Encyclopedia of Fantasy de John Clute y John Grant, leemos que en las historias de nuestro autor los personajes «no son capaces de entender al fantasma con el que se enfrentan debido a que dicho fantasma […] es una manifestación, un retrato psíquico, de su incapacidad para comprender sus propias vidas». No se puede decir mejor, ni con más elegancia.» Andrés Ibáñez

«En sus mejores momentos, fue el escritor de relatos de terror más profundo que ha dado el siglo.» Peter Straub

«Nadie mejor para ponernos los pelos de punta que Robert Aickman. Sin embargo, no se sirve de ningún efecto espectacular, ni de excesos en el estilo o la emoción […]. Algunas de sus historias están, sin duda, más próximas a Kafka que a Mrs. Radcliffe.» T. J. Binyon, T. L. S., 23-12-1977

La tolvanera
Durante el período que llevo trabajando como oficial especial para el Fondo de Construcciones Históricas, inevitablemente me he cruzado con muchas cosas extrañas e inesperadas en todo tipo de ámbitos, pero sólo recuerdo tres ocasiones en las que hasta ahora me he encontrado con algo que se podría relacionar con un elemento paranormal.

Ya que da la impresión de que el interés por los fenómenos paranormales crece constantemente, en parte, sin duda, por el deseo de huir de una forma de vida que parece volverse cada vez más uniforme, regulada y falta de aspiraciones, llevo una temporada pensando que valdría la pena destacar al menos uno de estos casos, en mi opinión el más sorprendente, en una narración ordenada, aunque totalmente sincera, que pueda desligarse de los numerosos documentos asociados a mi puesto. No pretendo recuperar recuerdos medio olvidados; la tarea que me propongo consiste en adaptar fragmentos del diario que escribí en la época en cuestión. Ocupo el cargo de oficial especial desde hace poco más de diez años y creo que ha llegado el momento de llevarla a cabo.

Resulta que a lo largo de estos diez años el Fondo ha puesto en marcha un Comité de Investigación Paranormal y de lo Oculto. Como bien se sabe, el consejo dudó muchos años en dar este paso, consciente de que era sumamente indeseable mezclar el Fondo en polémicas de cualquier tipo, además del constante peligro de que lo tacharan de estrafalario o reaccionario; pero al final la presión aumentó tanto que hubo que dar una respuesta sin más evasivas. Yo creo que era inevitable. La conexión entre el interés por los edificios antiguos (a menudo en ruinas y a veces de origen eclesiástico) y por lo que popularmente llamamos «fantasmas» es obvia. Además, el Fondo, al igual que la mayoría de las sociedades de voluntarios bien consolidadas, recibe sus recursos de personas mayores. Un Comité Paranormal es tan inevitable como el Comité de Fauna, con el que sí hemos contado casi desde el principio.

[ADELANTO DEL LIBRO EN PDF]

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Robert Aickman

Según relata su autobiografía, The Attempted Rescue, Robert Fordyce Aickman (1914-1981) tuvo una infancia difícil, minada por las extravagancias de su padre, el arquitecto William Arthur Aickman, y los constantes altercados de éste con su joven esposa, 32 años más joven, Mabel Violet, hija del prolífico autor victoriano Richard Marsh, autor de una novela que rivalizó en popularidad con el Drácula de Bram Stoker. Aickman fue un enérgico defensor del medioambiente; fundó una asociación fluvial y escribió dos tratados sobre el tema. Cultivó el teatro, la novela y la crítica de ópera, aunque será siempre recordado por sus 48 relatos, que reunió en distintas colecciones: We Are for the Dark. Six Ghost Stories (1951), Dark Entries (1964), Powers of Darkness (1966), Sub Rosa: Strange Tales (1968), Cold Hand in Mine: Strange Stories (1975), Tales of Love and Death (1977) e Intrusions. Strange Tales (1980).

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