
Ficha técnica
Título: La infancia de Nikita | Autor: Alexéi Tolstói | Traductor: Enrique Moya Carrión | Ilustración: Dadu Shin | Editorial: Ardicia | Páginas: 216 | ISBN: 978-84-944476-0-0 | Precio: 17,90 euros | Fecha: marzo 2016 |
La infancia de Nikita
Alexéi Tolstói
Durante las largas vacaciones de Navidad, en mitad de un incomparable entorno natural, el joven Nikita descubrirá el auténtico significado del amor, la amistad y el paso del tiempo, rodeado de toda una galería de entrañables personajes, entre los que se cuentan el maestro Arkadi Ivánovich o la excéntrica Anna Apollósovna. Nunca la transición de quien está dejando atrás la infancia para adentrarse en la complejidad de la edad adulta se narró con tanta intensidad como en esta entretenida novela repleta de aventuras y de originales tintes mágicos. La infancia de Nikita (1922), que el autor dedicó a su hijo, es una de las obras mayores de Alexéi Tolstói y, sin duda alguna, uno de los más memorables y acabados Bildungsroman de la historia de la literatura en lengua rusa.
II
ARKADI IVÁNOVICH
El hombre de la barba rojiza era Arkadi Ivánovich, el maestro de Nikita. Como era un hombre extremadamente despabilado y astuto, se lo había olido todo la tarde anterior y se había levantado antes adrede.
Riéndose, entró en la habitación del muchacho y se detuvo junto a la ventana, empañando con su aliento el cristal. Cuando este recobró su transparencia, se ajustó las gafas y, dirigiendo su mirada hacia el patio, dijo:
-Junto al zaguán hay un trineo magnífico.
Nikita, enfurruñado, guardó silencio. Tuvo que vestirse, cepillarse los dientes y lavarse no solo la cara, sino también las orejas e, incluso, el cuello. Al terminar, Arkadi Ivánovich le cogió por los hombros y lo condujo al comedor. A la mesa, junto al humeante samovar, estaba sentada su madre, ataviada con un cálido vestido gris. Esta tomó entre sus manos el rostro de Nikita, le miró fijamente con sus ojos brillantes como luceros y le dio un beso.
-¿Has descansado bien?
A continuación, le tendió la mano a Arkadi Ivánovich y le preguntó con ternura:
-¿Y cómo ha dormido usted?
Este, esbozando una enigmática sonrisa bajo su rojizo bigote, respondió:
-Lo que se dice dormir, he dormido bien.
Se sentó a la mesa, echó nata en su infusión, se metió en la boca un terrón de azúcar, lo apresó entre sus blancos dientes y, sin quitarse las gafas, le guiñó un ojo a Nikita.