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Ficha técnica

Título: La cripta de Franco. Viaje por la memoria y la cultura del franquismo | Autor: Jeremy Treglown | Traductor: Joan Andreano Weyland | Editorial: Ariel | Colección: Ariel | Género: Ensayo | ISBN: 978-84-344-1862-2 | Páginas: 376 | Formato:  14,5 x 23 cm.| Encuadernación: Rústica con solapas |  PVP: 22,90 euros | Ebook: 14,99 euros

La cripta de Franco

ARIEL

Esta es una historia de la España contemporánea. De la España que nos legó la guerra civil y que creció durante el franquismo. Pero se trata de una historia alternativa, casi una biografía, en la que se prescinde de cifras y fechas y que está construida a través del testimonio de quienes la conocieron.

En el libro, Treglown discurre por polémicas recientes como la Ley de memoria histórica y la eliminación de símbolos franquistas, para posteriormente retrotraerse al pasado y revisar los mitos franquistas y sus obras faraónicas; desde los embalses al valle de los caídos. Una memoria en la que está muy presente la cultura, el arte, la literatura que interpretó el franquismo y que es uno de los pilares sobre los que se sustenta la memoria de aquella época: obras de Buñuel, de Chillida, de Tàpies, de Ferlosio, de Marías, de Cela, incluso Cercas.

Esta obra, ecuánime, sin carácter arrojadizo, permite disfrutar de una visión de España distinta, enriquecida por la perspectiva que da la distancia.

«Un libro sagaz y sugerente, parte diario de viaje, parte reflexión sobre cómo la memoria deviene en historia y parte narrativa cultural.» Valerie Miles, The New York Times

«Ofrece una sugerente y novedosa lectura sobre los hitos de la cultura española producidos durante el franquismo. (…) Su primera parte es una de las mejores introducciones nunca escritas sobre la memoria de la guerra española.» Stanley Payne, The Wall Street Journal

«Se trata del libro más perspicaz y exhaustivo sobre España que he leído en años.» Antonio Muñoz Molina  

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Mala memoria

      Ignacio Ruiz Vara es guardia de seguridad en Málaga, ciudad de la costa al sur de España. Allí creció, lo mismo que su padre y su abuelo. Actualmente hay mucho trabajo para la gente de su oficio, en especial en la vigilancia de segundas residencias y urbanizaciones de veraneo, a las que se añaden los proyectos urbanísticos abandonados «hasta que mejore la economía». Sin embargo, durante algún tiempo las obligaciones de Ignacio fueron otras: en 2007 se ofreció para ayudar a cuidar el cementerio de San Rafael, un solar de algo más de seis hectáreas al oeste de la ciudad. En una época este fue el sitio en el que se enterraba a los pobres, los humildes de Málaga, al principio fuera de la ciudad vieja y bien alejados de ella, en medio de terrenos de labranza que principalmente producían boniatos. En nuestros días, esa zona, que está en el camino al gran aeropuerto turístico, es en parte industrial, en parte viviendas sociales y bloques de pisos. La capillita de una de cuyas esquinas colgaba una lámpara fue demolida cuando se ensanchó la carretera. Gran parte del muro del cementerio original se ha caído y ha sido reemplazado por una alta alambrada provisional. Todavía queda una casa de guardia de un solo piso, que era donde Ignacio tenía su base. Las puertas del cementerio están siempre cerradas.

     El motivo por el que Ignacio se ofreció, pero fundamentalmente el motivo por el que el cementerio necesitaba un guardia de seguridad, es que entre los muertos había más de cuatro mil personas -en su mayoría hombres, pero también mujeres y niños- ejecutadas sin juicio previo entre 1936 y 1955, el período de la guerra civil española y de la primera fase, larga y nefasta, de la dictadura de Francisco Franco. Casi todos estaban en fosas comunes. Ahora se estaban recuperando los huesos, poniéndose en cajas individuales y preparándose para las pruebas del ADN. Nadie sabía cuánto duraría esta tarea, ni siquiera cuántas fosas -para no hablar de cuántos cuerpos- había que encontrar aún. El trabajo estaba organizado de forma muy sistemática bajo la dirección de un experto arqueólogo, Sebastián Fernández. El proyecto, con base local pero relacionado de alguna manera con un programa a nivel nacional, lo pagaban juntamente la ciudad, la comunidad autónoma de Andalucía y la Universidad de Málaga, en la que Fernández dirige la Facultad de Humanidades.

[ADELANTO DEL LIBRO EN PDF]

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