
Ficha técnica
Título: Idilio con perro ahogándose | Autor: Michael Köhlmeier | Traducción: Joan Ferrarons | Ilustración: Gaietà Mestieri | Editorial: Rayo Verde | Colección: Relámpago | Formato: libro papel | ISBN: 978-84-15539-07-0 | Medidas: 190 x 132 cm | Páginas: 96 | Precio: 12.95 euros | Ebook: 6,45 euros
Idilio con perro ahogándose
Michael Köhlmeier
Con un título que enmarca la historia como si fuera un cuadro, Michael Köhlmeier encuentra el límite entre la vida y la narración de la misma y nos muestra cómo puede separar y decidir un escritor qué debe formar parte de su obra y qué debe pertenecer a su intimidad. El profundo análisis que hace el autor de las relaciones, en una obra de apariencia sencilla, se reduce a un suceso concreto, casi anecdótico. Es así como en esta breve y hermosa novela comprobamos cómo las diferencias de carácter de dos personas provocan percepciones antagónicas del mismo incidente. «Idilio con perro ahogándose es una extraña reflexión sobre la creación y sobre la muerte. Un texto de singular potencia que se lee de un tirón y obsesiona al lector durante mucho tiempo.»
Alexandre Fillon, Livres Hebdo.
«Köhlmeier trata esta tragedia de peso con delicadeza y maestría. Un pequeño gran libro, una lectura conmovedora.»
Frankfurter Allgemeine Zeitung.
«Una novela con doble fondo, desgarradora a la par que tranquila. Una obra maestra a la altura de los clásicos.»
Die Welt.
«Con un estilo sobrio a la vez que divertido, Michael Köhlmeier nos involucra en este relato semi-autobiográfico, una hermosa reflexión sobre la transformación de lo real en objeto literario. Un libro sensible y complejo que se devora en unos cuantos bocados.»
Le Figaro.
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El Dr. Beer sólo editó tres de mis libros. Al cuarto lo dejó, según me comunicó por carta manuscrita, «por razones de salud». Pero yo sé de sobra el porqué. Se avergonzaba ante mí por los hechos que ocurrieron la última vez que trabajamos juntos: la historia del perro. Puede que no le agrade que lo explique aquí. Pero es que no era sólo mi editor, sino también mi maestro, y siempre había remarcado que la literatura que tiene a algo o a alguien en consideración no vale nada.
Pocos días antes de aquellos acontecimientos, me había empezado a hablar de tú. ¡Nunca me lo habría imaginado! No me imaginaba siquiera que tuteara a su mujer, de cuya existencia aún no sabía nada… ¡y eso a pesar de que nos conocíamos desde hacía ocho años! A aquel hombre no le conseguía relacionar con conceptos como los de esposa, novia, amante o incluso familia. No podía imaginarle ni siquiera padres. Categorías biográficas como por ejemplo la niñez o la juventud también se me resistían si intentaba comparar su vida con, pongamos por caso, la mía. Llamarle Johannes en un futuro prometía ser un auténtico fastidio, un fastidio perpetuo que jamás lograría quitarme de encima. Naturalmente, lo evité. Él tampoco se acostumbró a mi nombre de pila; era algo evidente, casi ofensivamente evidente.