
Ficha técnica
Título: El ojo y la aguja. Ensayo sobre Las mil y una noches | Autor: Abdelfattah Kilito | Traducción: Marta Cerezales | Editorial: Menos Cuarto | Colección: Cristal de cuarzo; 8 | Páginas: 136 | Formato: 14 x 21 cm | Encuadernación: Rústica | ISBN: 978-84-15740-26-1 978-84-339-1146 | Precio: 16,00 euros | Fecha: 2016 |
El ojo y la aguja
Abdelfattah Kilito
Fascinado desde su infancia por Las mil y una noches, el marroquí Abdelfattah Kilito ha dedicado varios ensayos a esta inagotable cima de la literatura árabe, «libro infinito y circular» según Borges. El título de esta obra, El ojo y la aguja, alude a una metáfora recurrente del narrador de Las mil y una noches para subrayar la cualidad de toda historia edificante: merece escribirse en el rabillo del ojo con una aguja muy fina… En este nuevo, ameno y sugerente trabajo, Abdelfattah Kilito ahonda en asuntos que recorren toda su literatura: el libro, el escritor, el lector, la traducción y el diálogo entre culturas. ¿Quién cuenta las historias? ¿Quién las escribe? Kilito se plantea aquí preguntas como estas para llevarnos al interior de un libro mágico, lugar de encuentro de la muerte y la vida.
PREFACIO
Se decía que todo el que leyera Las mil y una noches de cabo a rabo estaba condenado a morir. Quizá el origen de esta vieja superstición sea la opinión, bastante frecuente, de que nadie posee la suficiente paciencia para leer el libro en su totalidad. Pero también subyace la idea de que no debe ser leído, quizá porque se le juzgaba fútil. Podemos, desde luego, leer una parte sin riesgo (de lo contrario todos los que han leído poco o mucho las Noches, es decir todos los lectores del mundo, habrían fallecido), pero una lectura integral solo puede conducir a la muerte.
El lector puede respirar tranquilo: no morirá a causa de las Noches, ya que, aunque quisiera hacerlo, nunca será capaz de completar la lectura de este libro diseminado, corpus de innumerables manuscritos, ediciones, traducciones, adiciones, exégesis y reescrituras. Siempre habrá otro texto de las Noches por descubrir, por leer. La sentencia supersticiosa se pierde en los meandros de un libro que ha sido considerado, con razón, infinito.
El veto decretado contra las Noches es en realidad un homenaje involuntario, un reconocimiento de su poder. No leemos este libro como leemos otros. Hay en él algo mágico, y por lo tanto temible, y en esto es comparable al libro en el que está inscrito el destino de cada individuo: el final coincide con el momento de la muerte del lector. En cierto sentido, la muerte es el precio de la lectura, es decir de la vida.
La impresión que permanece después de leer las Noches, es la de que la palabra es soberana: la comunicación se hace de boca a oído: las historias no se leen, se escuchan. Sin embargo al examinar con cierto detenimiento el texto, nos damos cuenta de que la narración oral es simplemente una etapa, seguida de otra, decisiva: la consignación por escrito de la historia. Esto sucede tan a menudo (en particular cuando el receptor es un rey) que la siguiente conclusión se impone: una historia no está definitivamente sancionada hasta que desemboca en el libro.