
Ficha técnica
Título: El hombre bicolor| Autor: Javier Tomeo | Editorial: Anagrama | Colección: Narrativas hispánicas | Páginas: 120 | ISBN: 978-84-339-9772-2 |Precio: 12,90 euros |Ebook: 9,99 euros
El hombre bicolor
Javier Tomeo
Hermógenes W. tiene el ojo derecho de color azul celeste y el izquierdo verde esmeralda. Hermógenes W. es Inspector de Segunda Categoría del Cuerpo Especial de Recaudadores Comarcales. Hermógenes W. es un funcionario de ojos bicolores que trabaja para el gobierno de un país en crisis. Su misión: recaudar el dinero de los contribuyentes de la ciudad de Boronburg.
Cuando el recaudador baja del tren en su destino nadie le recibe en la estación, desierta, y cuando llega caminando a su hotel nadie le atiende en recepción. Se instala en una habitación y, desde la ventana, contempla las calles vacías y, en el horizonte, el castillo de un conde con fama de vampiro que hace tiempo que se marchó. A lo lejos ladra un perro y otro le responde; único signo de vida en esta ciudad sin ciudadanos. Telefonea al Ayuntamiento y una voz le informa: «Aquí no hay nadie» y cuelga. Cuando cae la noche comprueba que en ninguna ventana se enciende la luz.
El hombre bicolor conversa consigo mismo para no sentirse solo y recuerda los consejos de su tía Rosamunda, mientras los perros siguen ladrando y la voz en el teléfono del Ayuntamiento responde una y otra vez: «Aquí no hay nadie, aquí no hay nadie.» ¿Está en una ciudad fantasma? ¿Todos los habitantes han huido ante una catástrofe inminente? ¿Ha habido una epidemia? ¿Todo es un juego para poner a prueba sus nervios?
Nos adentramos en territorio Tomeo: una narración obsesiva, un personaje estrafalario, un escenario misterioso, un tono entre lo cómico y lo inquietante, ecos de Kafka, su agrimensor y su castillo… La publicación de esta breve novela póstuma es el mejor homenaje que se le puede hacer a uno de los narradores más excéntricos y poderosos que ha dado la literatura española contemporánea. Un escritor con una voz y un universo literario intransferibles e inimitables.
«Con su gran estatura y su enorme cara de patata, Tomeo asumió resignadamente su condición de «raro»… La potencia que emiten los «raros» como él, el atractivo que ejercen, se sustenta en buena medida en su posición esquinada, extrarradial… Se le recuerda como un monstruo amable. Pero como dijo César Aira (otro que tal), «el monstruo es una especie que consta de un solo individuo, es la especie sin posibilidad de reproducirse», de ahí que permanezca «único para toda la eternidad, absolutamente histórico, absolutamente moderno». Tal es el privilegio de Tomeo» (Ignacio Echevarría, El Cultural).
22 DE OCTUBRE DE 18…
El tren atraviesa lentamente el páramo de Resondoff, cruza las ásperas montañas de Jeralpieva, avanza por la comarca pantanosa de Gaggoff – donde se crían las únicas ranas carnívoras del mundo- y se detiene con un resoplido en la pequeña ciudad gótica de Boronburg, en el extremo norte del reino de Burgundia, próspera en otros tiempos pero que hoy apenas cuenta con dos mil habitantes.
Antes de continuar, permítanme ustedes que me presente. Me llamo Hermógenes W., he cumplido ya los cuarenta años y tengo los ojos de distinto color. Mi ojo derecho es azul celeste y el otro verde esmeralda. Puede que si tuviese tres, el tercero fuera amarillo. Una anomalía que heredé de mi familia materna y que me distingue de la inmensa mayoría de los hombres. Les diré también que éste es el segundo viaje que hago a Boronburg en mi calidad de Inspector de Segunda Categoría del Cuerpo Especial de Recaudadores Comarcales y que en la inspección de este año estoy decidido a no dejar títere con cabeza. No es que haya recibido instrucciones especiales, pero sé que las arcas de Burgundia están exhaustas, me considero un buen patriota y quiero contribuir con todas mis fuerzas a remediar en lo posible la delicada situación financiera del país.
Tengo fama de ser algo excéntrico, pero creo que, excentricidades aparte, estoy en mi derecho de considerarme un funcionario importante dentro del complejo organigrama de la Delegación Periférica de Hacienda del Estado. Hasta hoy he gozado de la gratitud y el respeto de las autoridades tanto locales como estatales. Saben que soy un hombre importante y hasta hoy lo han demostrado con las atenciones que me dispensan. Les pondré un ejemplo: hace dos años, en mi primer viaje a esta ciudad, su Burgomaestre tuvo el detalle de enviarme a la estación un moderno landó arrastrado por dos preciosos caballos blancos y con una moderna capota de esas que pueden subirse y bajarse a voluntad del viajero. Un detalle que sólo se tiene con los viajeros de categoría.