
Ficha técnica
Título: Diario de un joven médico | Autor: Mijáil Bulgákov | Editorial: Barataria Ediciones | Colección: Bárbaros | Formato: 15,50 x 20 | ISBN: 978-84-92979-51-6 | Páginas: 224 | Precio: 15 euros
Diario de un joven médico
Mijaíl Bulgákov Afanasyevich
Estas nueve narraciones muestran el nacimiento de la mente de un novelista, y son la materia prima que alimentó el surrealismo de la ficción posterior de Bulgákov.
Cuando aún no se había secado la tinta de su diploma, a los veinticuatro años, el doctor Bulgákov, licenciado cum laude en la Universidad de Kiev y especializado en enfermedades venéreas e infecciosas, fue enviado a los desiertos helados de la Rusia rural, que en 1916-1917 carecían aún de novedades como el automóvil, el teléfono o la electricidad. Durante un tiempo se dedicó a tratar enfermos de forma benéfica en el pueblo de Nikólskoye, en la provincia de Smolensk, a trescientos kilómetros al oeste de Moscú, cerca de la frontera con Bielorrusia.
Estos relatos, parcialmente autobiográficos, cuantan los casos del joven e inexperto médico veneorólogo que llega a un pueblo perdido donde tiene que extraer muelas, atender partos y curar a enfermos de sífilis. Bulgákov transmite magistralmente el pánico que siente el joven protagonista, que durante las visitas incluso corre a su habitación para consultar manuales de medicina.
Se publicaron en los años 1920 en la revista Trabajador médico, y apenas obtuvieron reconocimiento. El autor había caído en desgracia ante el sistema soviético.
La toalla del gallo rojo bordado
Quien no ha cabalgado por perdidos caminos rurales no está en condiciones de hacerse cargo de nada de lo que le cuento. De todas formas no lo entendería. Y quien ha viajado así, más vale que no lo recuerde. Seré breve. Mi cochero y yo recorrimos las cuarenta verstas que separan la ciudad de Grachovka del hospital de Múrievo exactamente en un día. Incluso con puntual exactitud: a las dos de la tarde del 16 de septiembre de 1917 estábamos junto al último almacén, en el límite de la magnífica ciudad de Grachovka; a las dos y cinco de la tarde del 17 de septiembre de ese mismo e inolvidable año de 1917 estaba erguido sobre la hierba aplastada, moribunda y reblandecida por las lluvias de septiembre, en el patio del hospital de Múrievo. Mi aspecto era tal que así: las piernas se me habían