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Ficha técnica

Título: Demasiada libertad sexual os convertirá en terroristas | Autor: Pier Paolo Pasolini | Traductor: Miguel Ros González y Paula Caballero Sánchez | Editorial: errata naturae | Colección: La muchacha de dos cabezas | Género: Ensayo | ISBN: 978-84-15217-68-8 | Páginas: 192 | Formato:  14 x 21,5 cm. |  PVP: 18,00 euros

Demasiada libertad sexual os convertirá en terroristas

ERRATA NATURAE

Pier Paolo Pasolini fue un gran cineasta, un notable poeta, un extraordinario novelista y, tal como demuestra en el presente volumen, uno de los mayores ensayistas del siglo XX. Como pensador y como creador, Pasolini entendió que la auténtica provocación y una forma de escándalo que no fuera recuperable por el sistema de consumo cultural eran las armas más eficaces que poseía un intelectual. Y es precisamente este espíritu de la transgresión, entendido como reflexión lúcida, comprometida y a contracorriente, el que habita los ensayos que componen este libro -incluido el que le da título-, redactados a lo largo de más de treinta años e inéditos hasta ahora en nuestra lengua.

En este sentido, la presente antología se compone de un conjunto de textos que, atendiendo a su vitalidad intelectual, su alcance histórico y la belleza de su escritura, son de primer orden y dan cuenta del mejor Pasolini, crítico radical de nuestra cultura y ajeno a cualquier tipo de concesiones. En ellos se abordan temas fundamentales en la reflexión y la vivencia de este autor: la violencia y su extremo, la guerra; la educación, tal como se nos impone y tal como podría ser; eso que llamamos cultura, y la dialéctica crítica que ésta exige; la sociedad, siempre junto a la soledad de aquel que toma conciencia de su deriva; o la política, que para Pasolini no podía ser sino una estrategia de la resistencia.

El libro se cierra con dos documentos absolutamente excepcionales: un texto, publicado de forma póstuma apenas dos semanas después de la muerte de Pasolini, que el propio autor definió como «un testamento intelectual y espiritual»; y una última entrevista, brillante y brutal como todas, que tuvo lugar apenas cuatro horas antes de su asesinato. En ella Pasolini advertía de que «mientras nosotros estamos aquí hablando puede que haya alguien en el bar planeando liquidarnos», lo que no habla tanto de una premonición como de la estricta lucidez de quien ha tocado «la vida violenta» y conoce verdaderamente su lugar en el mundo.

PRÓLOGO DE LOS EDITORES

En una ocasión, en una cocina infecta de una vieja casa trasteverina (no era una fiesta ni una cena, sino un mero río de gente que habíamos llegado hasta allí en medio de la noche y no sé muy bien cómo), me encontré con un tipo que, mientras buscaba un vaso limpio donde volcar la ginebra, me contó sin mayor énfasis que había conocido a Pasolini. Tal vez fuera un charlatán, tal vez un amigo o un amante. Y en realidad no me contó nada demasiado interesante o memorable. Salvo quizás esto: recordaba que cuando iban a cenar a cualquier restaurantucho romano, a veces Pasolini pedía, muy educadamente, que le prepararan una pasta que no figuraba en la carta, algún plato realmente sencillo cuyos ingredientes se encuentran en cualquier cocina, algo que simplemente le apetecía tomar aquella noche. Siempre se lo sirvieron, dijo, y no precisamente porque el camarero o el cocinero supieran quién era Pier Paolo Pasolini. ¿Por qué no iban a hacerlo?

      Aquel «mundo», aquellos «restaurantes», aquella «gente», aquel «hacer», ya no existen, al menos en Roma o en cualquier otra ciudad europea. Hagan la prueba, salgan de casa, lléguense hasta el restaurante más cercano, del tipo que sea, e inténtenlo. Y lleven preparado un sólido y falaz argumentario bien surtido de prescripciones médicas y exigencias dietéticas si quieren tener la más mínima oportunidad. El consumismo, que Pasolini identificó como «un puro y simple cataclismo antropológico», se ha desarrollado hasta prácticamente solapar nuestra relación con los objetos, las personas y los actos; con la producción de cada objeto, con el trato de cada persona y con la compresión de cada acto. Pasolini asistió consternado, y con una lucidez casi única, a la aniquilación, en nombre del progreso, de la cultura popular que era ajena a esta comprensión de la vida como una forma generalizada de consumo, que obliga a ceñirse, racionalmente pero sin pensar, a los platos de la carta, a sus tiempos exactos de preparación y a sus precisos márgenes de beneficio.

[ADELANTO DEL LIBRO EN PDF]

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