Ficha técnica
Título: Cinco meditaciones sobre la belleza | Autor: François Cheng | Traducción: Anne-Hélène Suárez Girard | Editorial: Siruela | Colección: El Árbol del Paraíso 85 | Formato: Rústica con solapas | Medidas: 14,5 x 21,5 cm | Páginas: 104 | ISBN: 978-84-16638-72-7 | Fecha: 2016 | Precio: 16,95 euros | Ebook: 8,99 euros
Cinco meditaciones sobre la belleza
François Cheng
«En estos tiempos de miserias omnipresentes, de ciegas violencias, de catástrofes naturales o ecológicas, podría parecer que hablar de la belleza es incongruente, inconveniente, provocador, casi un escándalo. Pero precisamente por todo esto, vemos que, en oposición al mal, la belleza se sitúa en el otro extremo de una realidad a la que debemos hacer frente».
FRANÇOIS CHENG
Estas cinco meditaciones, que originalmente fueron cinco sesiones orales, constituyen un breve pero intenso diálogo entre la estética occidental, fundamentalmente la renacentista, y la estética oriental, en especial la china, que nos adentra en el misterio de la belleza como luz y como espíritu.
Primera meditación
En estos tiempos de miserias omnipresentes, de violencias ciegas, de catástrofes naturales o ecológicas, hablar de la belleza puede parecer incongruente, inconveniente, incluso provocador. Casi un escándalo. Pero por esta misma razón, vemos que, en lo opuesto al mal, la belleza se sitúa efectivamente en la otra punta de una realidad a la cual debemos enfrentarnos. Estoy convencido de que tenemos el deber urgente, y permanente, de examinar los dos misterios que constituyen los extremos del universo vivo: por un lado, el mal; por otro, la belleza.
El mal ya sabemos lo que es, sobre todo el que el hombre inflige al hombre. Debido a su inteligencia y a su libertad, cuando se sume en el odio y la crueldad, puede abrir abismos sin fondo, por así decirlo. Hay un misterio que atormenta nuestra conciencia, causándole una herida aparentemente incurable. La belleza también sabemos lo que es. No obstante, por poco que pensemos en ella, nos sentimos inevitablemente aturdidos por el asombro: el universo no tiene obligación de ser bello, y sin embargo es bello. A la luz de esta constatación, la belleza del mundo, pese a sus calamidades, también nos parece un enigma.
¿Qué significa la existencia de la belleza para nuestra propia existen-cia? Y frente al mal, ¿qué significa la frase de Dostoievski: «La belleza salvará al mundo»? El mal, la belleza, son los dos desafíos que debemos aceptar. No se nos escapa el hecho de que mal y belleza no sólo se sitúan en las antípodas, sino que también están a veces imbricados. Porque nada hay, ni la belleza siquiera, que el mal no pueda convertir en instrumento de engaño, de dominación o de muerte. ¿Sigue siendo «bella» una belleza que no esté basada en el bien? Intuitivamente, sabemos que distinguir la belleza verdadera de la falsa forma parte de nuestro deber. Lo que está en juego no es nada menos que la verdad del destino humano, un destino que implica los elementos fundamentales de nuestra libertad.
Vale quizá la pena que me demore en la razón más íntima que me impulsa a tratar la cuestión de la belleza y a no descuidar tampoco la del mal. Es que muy temprano, de niño aún, por espacio de tres o cuatro años, fui literalmente «fulminado» por estos dos fenómenos extremos. Primero por la belleza.
Originarios de la provincia de Jiangxi, donde se encuentra el monte Lu, mis padres nos llevaban allí cada verano a pasar una temporada. El monte Lu, que pertenece a una cadena de montañas, se eleva a más de dos mil metros, dominando por un lado el río Yangzi y por el otro el lago Boyang.