
Ficha técnica
Casa de verano con piscina
Herman Koch
Casa de verano con piscina es una novela apasionante en la que nadie es del todo inocente, ni siquiera quienes parecen más frágiles e inofensivos. Herman Koch logra que el lector quede atrapado ante una incómoda encrucijada moral, que lo mantiene en vilo hasta la última página.
hijo/hija? ¿Ya duerme usted mejor? ¿No come demasiado/ demasiado poco?» Les pongo el estetoscopio en el pecho y después en la espalda. Les pido que respiren profundamente. Que expulsen el aire poco a poco. En realidad no escucho. Al menos, intento no escuchar. Por dentro, todos los cuerpos suenan igual. Lo primero que se oye es el latido del corazón, por supuesto. El corazón no sabe nada. Se limita a latir. El corazón es la sala de máquinas. La sala de máquinas solamente mantiene el barco en movimiento, no marca el rumbo. Luego están los sonidos de las entrañas. Los órganos. Un hígado sobrecargado suena distinto de uno sano. Un hígado sobrecargado gime. Gime y ruega que le den un día libre, sólo uno. Un día en que pueda eliminar la suciedad más gorda. Ahora siempre tiene trabajo atrasado. Un hígado sobrecargado es como la cocina de un restaurante que nunca cierra. Los platos sucios se acumulan, los lavavajillas funcionan a toda máquina, pero las montañas de platos usados y ollas con restos de comida pegada no paran de crecer y crecer. El hígado sobrecargado espera ese día libre que nunca llega. Todas las tardes, a las cuatro y media o las cinco (a veces incluso antes), pierde la esperanza de que esa jornada haya llegado. Si tiene suerte, sólo se trata de cerveza; entonces puede endilgar la mayor parte del trabajo a los riñones. Pero siempre habrá quien no se contente con cerveza y se tome algo más: una ginebra, un vodka, un whisky. Algo que se puedan trincar de un trago. El hígado sobrecargado se resiste, pero al final no aguanta más. Primero se endurece, como un neumático demasiado hinchado. Después sólo hace falta una pequeña irregularidad en el asfalto para que estalle.