Ficha técnica
Título: Bacterias, bichos y otros amigos | Autor: David González Jara | Editorial: Ariel | Formato: 14,5 x 23 cm. | Presentación: Rústica con solapas | Fecha: mar/2016 | Páginas: 296 | ISBN: 978-84-344-2319-0 | Precio: 18,90 euros | Ebook: 10,99 euros
Bacterias, bichos y otros amigos
Un libro bien fermentado, que se digiere fácilmente y se saborea con deleite.
La asombrosa historia de cómo convertimos a las bacterias y otros organismos en una fiel y entusiasta clase trabajadora al servicio del ser humano.
La historia de la humanidad, la del hombre saltando a la cima de la cadena alimentaria y moldeando el medio natural a su antojo, es la historia de la domesticación de animales y plantas. La que aquí se narra, la que marca el presente y el futuro de nuestra especie, es parecida, sólo que en lugar de campos de trigo y animales de granja, tiene a unos protagonistas menudos y con muy mala reputación, las bacterias.
Estamos ante una nueva revolución industrial impulsada por estos microorganismos que el hombre ha logrado domesticar como si de ganado se tratara, y cuya mala fama no está en absoluto en consonancia con los aportes que hoy nos están brindando en ámbitos tan diversos como el farmacéutico, el alimentario o el medio ambiente.
A lo largo del libro descubriremos cómo hay bacterias capaces de poner fin a la deforestación, de disminuir las tasas de mortalidad infantil en África, de reducir las emisiones de sustancias contaminantes o de convertir uno de los venenos más letales utilizados por el hombre desde el imperio romano en la principal sustancia empleada en la cura contra el cáncer.
Escrito con sentido del humor e ironía, el autor nos introduce en el asombroso mundo de las bacterias y se enfrasca en una batalla contra los falsos mitos alrededor de la química y la veneración de lo biológico y lo natural, como si los antibióticos, los antisépticos, los conservantes y la fermentación no hubieran salvado vidas o brindado infinitos avances.
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NUESTRAS AMIGAS LAS BACTERIAS
No sé lo que nos está pasando, y tampoco si se trata de un proceso evolutivo normal que sufren todas las sociedades ricas, aburridas y despreocupadas o si, simplemente, es el reflejo de nuestra masoquista naturaleza, pero la verdad es que cada vez que escucho las noticias o echo un vistazo a las portadas de los periódicos siento que necesito tomarme un par de ansiolíticos para poder superarlo. Asesinatos, accidentes, enfermedades, robos, violencia… Para cuando aparece una crónica sobre algo mínimamente positivo tengo el espíritu tan abatido y la idea de que este mundo es una porquería tan profundamente arraigada, que la llama del optimismo es ya incapaz de prender en mi alma. En realidad no descarto que el arrojar sobre nuestras espaldas toda esa pesadumbre sea una meditada estrategia de los medios de comunicación para, a base de golpes desmoralizantes, dejarnos tan atontados que seamos incapaces de levantarnos del sillón durante los siguientes veinte minutos de crónica deportiva en los que se debatirá sobre el color de los gayumbos que hoy llevaba el futbolista de moda. No obstante, tampoco puedo excluir la idea de que las televisiones y los periódicos solo nos estén dando la tóxica medicina que nosotros les estamos demandando.