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Ficha técnica

Título: Antrobus  | Autor: Lawrence Durrell | Traducción: Carlos Peralta | Editorial: Tusquets | Colección: Andanzas | Formato: 14,8 x 22,5 cm. | Presentación: Rústica con solapas | Fecha: may/2017 | ISBN: 978-84-9066-430-8 | Precio: 17,50 euros

Antrobus

TUSQUETS

 

Antrobus, el protagonista de estos veinte relatos, es un inglés de la vieja escuela, y toda una institución dentro del Foreign Office. Anclado en el pasado, este anticuado diplomático ha estado destinado, durante los pasados treinta años, en Vulgaria [sic] y otros enclaves situados detrás del Telón de Acero.

Aunque no pueda decirse que todas las desgracias que ocurren sean culpa del pobre Antrobus, lo cierto es que él, al igual que todo el cuerpo diplomático, anda siempre metido en dificultades. Jefes de misión, agregados militares, attachés de prensa y toda la pintoresca fauna que puebla las embajadas desfilan por las páginas de este libro complicando aún más las cosas.

Y si finalmente consiguen salir airosos, no cabe la menor duda de que se debe a, como dice nuestro protagonista, su gran «firmeza ante la adversidad». 

 

[Comienzo del libro] 

Me gusta Antrobus. Realmente no podría decir por qué. Quizá porque se lo toma todo con una seriedad tremenda. Es asombroso: no cesa de susurrar, de chasquear la lengua, de poner cara de póquer, de fruncir los labios, de mostrar las palmas de las manos con el gesto de «¿Y usted qué hubiera hecho?».

Hemos servido juntos en varias capitales extranjeras; él como diplomático de carrera y yo como personal contratado, cosa que explica por qué él es ahora un acaudalado veterano mientras que yo soy un pobre escritor. Sin embargo, cada vez que voy a Londres me invita a comer en su club y hablamos del pasado, de esos días felices que pasábamos en las capitales extranjeras «mintiendo» por Inglaterra.

-El episodio del Tren Fantasma -dijo Antrobus- ocurrió un poco antes de tu incorporación. Te lo cuento porque no se me ocurre nada que ilustre mejor los azares de la vida diplomática. De hecho, los pone absolutamente de relieve.

»Cada nación tiene su idée fixe particular. En el caso de los yugoslavos son los trenes. No hay nada que pueda compararse al imponente romanticismo de los ferrocarriles. Cuando las locomotoras no están en marcha, tienen que protegerlas con guardias armados para evitar que los curiosos campesinos las desmonten pieza a pieza. No hay ningún otro objeto que despierte hasta tal extremo la concupiscencia de los serbios. Se les cae la baba, viejo amigo; verdaderamente ils bavent.

 

[ADELANTO DEL LIBRO EN PDF]

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