Jean-François Fogel
Después de dedicar meses de mi vida a una comisión del gobierno francés sobre el futuro del libro digital, leí en BusinessWeek (que no es una revista de poesía por supuesto) la notita que tarde o temprano tenía que ser publicada. Es un texto sencillo con el dato clave: para Amazon, en el año 2009, el negocio del libro digital representa una facturación de 1.100 millones de dólares. El negocio está. A principios de agosto Amazon había vendido 240.000 lectores Kindle parecido al de la fotografía según un post muy comentado de Techcrunch. El resto es mera matemática. La más grande librería del mundo factura ahora más del 4% de sus ventas en forma digital. Lo repito: el negocio está.
En la notita de BusinessWeek, ocurre lo obvio: por fin aparecen las reglas del editor en el mundo digital. Son cinco, y me parecen ineludibles:
1. La lectura debe ser social. En un mundo conectado a la web 2.0 la lectura no puede mantenerse como un acto exclusivamente individual. Entonces el editor tiene que hace vivir sus libros en los sitios comunitarios como Faceboook.
2. La promoción de los libros tiene que extenderse más allá de las librerías. Cada día hay menos tiendas para vender libros, la supervivencia del libro tiene que producirse fuera de los lugares tradicionales.
3. Hay que crear autores estrella. No hay nada más caro que la celebridad hoy en día. Apostar por alguien ya conocido del público es comprar una persona cuyo agente capta toda la ganancia para su cliente.
4. El trabajo tiene que ser digital. No un poco, no en una u otra fase de la producción sino en todas sus etapas, incluyendo las pruebas.
5. La tienda electrónica es la clave del futuro. Amazon ya tiene su tienda y vende: los editores no pueden huir de su destino.