Jean-François Fogel
En la lectura del sitio del diario boliviano El Deber se define la tremenda confusión de Evo Morales, presidente de Bolivia, que se desplazó a La Higuera -el pueblito donde murió el guerrillero Ernesto Che Guevara- para hablar a favor de este hombre que llevó una fuerza de invasión a su país y mató a varios soldados de su ejército. Antes de empezar el acto ya se tenía una polémica. No es sorprendente descubrir la intensidad de las discrepancias dentro del ejército frente a la actitud del presidente boliviano.
Hay actos que valen más que palabras. Al actuar así, Evo Morales pone su visión ideológica por encima de su tarea de presidente. Desde la revolución bolchevice y la confusión provocada por el internacionalismo socialista no se había visto una actitud tan abiertamente opuesta a su propio país por parte de un dirigente político. Uno piensa en lo que fue en su época la incapacidad de los líderes comunistas franceses para denunciar el pacto entre Stalin y Hitler.
Los ingleses tienen una frase maravillosa cuando se encuentran en esta situación: “Right or wrong, my country”. Me acuerdo del escritor Bruce Chatwin, autor del maravilloso libro de viaje en la Patagonia. Odiaba a Margaret Thatcher y una guerra le parecía un precio muy alto para recuperar a las islas Malvinas (bueno, él hablaba de las Falklands). Al final de una diatriba de odio hacia Thatcher, sabiendo que la vida de soldados ingleses estaba en juego, expresó su opinión de manera definitiva: “Right or wrong, my country” (soporto a mi país y no importa si se equivoca).