Jean-François Fogel
Basta leer los sitios de Le Monde, Le Figaro, Libération o 20 Minutes para entenderlo: la liberación de Ingrid Betancourt en Colombia es un acontecimiento mayor para toda Francia. No se habla de otra cosa, las radios cambian sus programas, el presidente Sarkozy ya mandó un avión con los hijos de la ex rehén de las Farc a Colombia con su ministro de asuntos exteriores. Bertrand Delanoe, el alcalde de París, que sueña con ser presidente de la República, promete una fiesta de la "felicidad" frente al ayuntamiento este jueves.
Con una obvia mezquindad voy a decir que la liberación de Ingrid Betancourt es también un alivio para el buzón electrónico de todos los periodistas de Francia. Su comité de apoyo hizo caer una lluvia de comunicados sobre la prensa. Hervé Marro, su principal representante, supera a cualquier maestro de los spams. Creo que en el futuro esta campaña para conseguir la liberación de Ingrid tiene que transformarse en un caso de estudio para las escuelas de periodismo y de relaciones públicas. Habrá que entender que fue al revés, un caso exitoso de secuestro de la opinión pública. No hay otra manera de explicar la movilización mantenida a lo largo de más de seis años, involucrando los presidentes Chirac y Sarkozy que por otra parte nunca mostraron un gran interés por América Latina.
Para llevar mi falta de corrección política a su último nivel voy a añadir lo que ya no se puede decir: había una enorme diferencia entre las opiniones públicas en Colombia y Francia. Bastaba viajar para entender la falta total de apoyo popular a las Farc en Colombia donde existía también la idea de una responsabilidad personal de Betancourt en su secuestro, pues había tenido un comportamiento arriesgado entrando en una zona peligrosa a pesar de las advertencias de la fuerza pública. En Francia, todo lo contrario: enorme apoyo a Betancourt y falta de crítica a las Farc para no provocar al organismo carcelero. Ahora bien, entramos en la fase siguiente, el balance: victoria para Álvaro Uribe y, supongo, otra rabia impotente de su vecino, Hugo Chávez Frías. Los rehenes son los peones del partido de ajedrez de los políticos.
Fe de erratas: había escrito en este blog que Sarkozy no podía conseguir la liberación de Betancourt. No sé cuál fue su papel pero…