Jean-François Fogel
Todos conocemos la historia del manuscrito anónimo rechazado por una casa editorial aunque se trate de la copia de una obra clásica. La mala broma, que tiene como propósito denunciar la ignorancia de los editores y agentes funciona siempre. La última vez, a principios de 2006, el semanal The Sunday Times mandó textos de V.S. Naipaul y Stanley Middleton a 20 agentes y editores. Ni uno reconoció las obras originales y se recibieron 20 rechazos y un intento de publicación.
Es una trampa que nunca falla pero, esta vez, creo que es The Sunday Times el que cayó en la trampa al decir de qué manera un jurado, liderado por Zadie Smith, tenía que entregar un premio de cinco mil libras inglesas al mejor cuento recibido por mail. No hubo ganador y Zadie Smith lo explicó de manera muy cruda: faltaba talento en los competidores. Su cruda manera de decirlo provocó muchos comentarios, pues tenía fama y dinero gracias a concursos, y parecía rechazar la idea de premiar a escritores.
Unos de los participantes, Seamus Kearney, un irlandés que vive en Francia, llegó a comentar la decisión, citando en su blog a la escritora neo-zelandesa Katherine Mansfield de manera tan torpe que The Sunday Times se imaginó la presencia de un texto de la maestra del cuento entre las obras sometidas al concurso y denunció, copiando al blog, el comportamiento del jurado. Kearney lo cuenta en su blog y plantea la única pregunta que tiene sentido: ¿cuál es la dirección e-mail de Katherine Mansfield? Por razones obvias (murió en 1923) no tiene dirección: entonces no existe Mansfield y tampoco se podía someter a un concurso que tenía lugar en el mundo virtual. Razonamiento limpio pero queda la vergüenza de The Sunday Times. Al freír será el reír (quien ríe de último, ríe mejor).