Iván Thays
Tapa de Página12 dedicada al crítico y narrador Noe Jitrik
A punto de ser homenajeado como Doctor Honoris Causa de la Universidad de la República, en Uruguay, Noe Jitrik aprovecha la entrevista de Silvina Freira (en Página12) para, a la hora del desayuno y ante el olor del café recién pasado, levantar las alas oscuras de las desdichas literarias contemporáneas. El éxito literario, los premios, el marketing, el dinero, ya se sabe, todas esas cosas que ?antes? no importaban según dicen algunos (algunos que no han leído la biografía de Balzac, las especulaciones moneterias de Tolstoi, las angurrientas cartas de Dovstoievski o los carnets de Chejov, por ejemplo, obsesionados con el tema de los honorarios, los préstamos y el éxito literario de los demás).
Dice Jitrik:
?Quiero problematizar lo que podría ser la desdicha de la literatura. Está la idea del éxito y la atribución de valores muy efímeros, de tal manera que el descubrimiento literario se ha cerrado, y la lectura es más bien aquello que hay que leer porque alguien dice que hay que leer. Y los suplementos literarios así lo muestran y se hacen cargo de la desdicha de la literatura, sin creer que sea una desdicha, sino el mejor de los mundos posibles. (?) Me da la impresión de que hay un giro que va del culto al modelo de literatura occidental europea, francesa sobre todo, a la literatura sajona, especialmente norteamericana, que promete el éxito y la felicidad. Escribir es una decisión monacal en cierto sentido, muy individual y de renuncia. El que escribe se sustrae al paso del tiempo; pero es una condena más que una felicidad, porque la gente vive felizmente en el transcurso del tiempo. Esto subsiste y todo escritor está en eso, lo cual condena también a la pobreza, a la austeridad, a la honestidad. Lo condena además al pedido, a la solicitud; escritores que después de esforzarse y de hacer algo que creen que es bueno y quieren que se comunique se encuentran con los criterios editoriales, con la noción del éxito. La paradoja es que en medio de ese panorama hay escritores que ganan fortunas y cambian de categoría social y económica. Y es una paradoja sobre todo si se compara con la historia de la literatura. Ninguno de los grandes escritores, que son todavía los que dan la pauta de lo que es la literatura, ha tenido un sólo instante de felicidad económica. Nunca. ¿Dostoievski tenía dinero? ¿Stendhal tenía dinero? Proust estaba metido en una cama tratando de aliviarse del asma. ¿Quién? Esa es la literatura que siento que es literatura; muchas de las otras cosas que obtienen esa fortuna económica son transaccionales, de un día, una semana. Se puede verificar en los premios de las grandes editoriales, que prácticamente desaparecen en dos semanas.?