Iván Thays
Uno de los vehículos con muertos en Guadalajara
El blog ?Papeles Perdidos? de El País tiene como invitados a algunos columnistas ?foráneos?, como son Jorge Volpi y Juan Gabriel Vásquez, por el momento. Jorge Volpi ha sido el primero en dejar sus impresiones y no ha querido rehuir el hecho concreto de que, un día antes de la FIL Guadalajara y su 25 aniversario, aparecieran cadáveres en Guadalajara en un país donde la violencia está superando todas las estadísticas (también hubo muertos en Culiacán hace una semana, y en Veracruz cuando se celebró el Hay Festival en Xalapa). De los fantasmas de Rulfo a los zombies de la actualidad. Un horror.
Dice Jorge Volpí:
Si el México de hoy fuese un libro, sería una novela de terror. En otro tiempo fue una fresco histórico a la manera de Tolstói ?en los años de la Revolución?, una novela política al estilo de La sombra del caudillo mientras reinó el PRI, una historia fantástica rulfiana e incluso, en los últimos años, una novela negra. Pero hoy ya no es nada de eso, sino un simple y escalofriante relato de miedo. Y ni siquiera uno que nos remitiese a Poe o a Lovecraft, y ni siquiera al Frankenstein de Mary Shelley ?por más que el gobierno a veces parezca tener la osadía y la ingenuidad del vanidoso doctor?, sino a las inverosímiles y delirantes novelas de zombis que apasionan a los jóvenes en todo el mundo. Si el modelo fue convertir los romances de Jane Austen en Sentido, sensibilidad y zombis, nuestro país en su conjunto parecería contagiado de pronto por el mismo mal, acaso previsto ya en las páginas de Pedro Páramo: aunque no nos demos cuenta, todos estamos muertos.
Una novela de zombis, pues, que no se ahorra la imaginería gore: cuerpos destazados, cabezas guillotinadas, vísceras esparcidas por el suelo, sangre a borbotones. Hace apenas unos días, aquí, a unos cuantos metros, bajo unos arcos mastodónticos que los locales identifican con el logotipo amarillo de McDonald?s, fueron encontradas tres camionetas rellenas con 26 cabezas humanas. Es obvio que al autor de la masacre no le importan las reglas de la verosimilitud dramática. Y también es claro que el jefe zeta que fraguó esta siniestra performance no estaba preocupado por inspirar miedo entre los escritores y lectores que se congregan en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara ?por la redacción de la narcomanta, dudamos que haya leído siquiera un cómic?, sino, como de costumbre, para hacer llegar su escandalosa amenaza a sus rivales y a los cuerpos policíacos que los protegen.
En este escenario postapocalíptico, ayer se inauguró la 25 edición de la FIL: no sólo la segunda feria del libro más importante del mundo, después de Frankfurt, sino la actividad cultural ?y, por tanto, social? más relevante que se lleva a cabo en nuestro país de zombis y vampiros. El contraste no puede ser mayor: allá, bajo los arcos, los síntomas de una enfermedad que corroe poco a poco todos los órganos del país; acá, adentro de la Expo, miles de ciudadanos que, a través de la lectura ?y desafiando al miedo?, buscan regresar a la vida. A la vida normal. A la vida cotidiana. A la vida sin zombis.