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Blogs de autor

Lucía Etxebarría deja de escribir

Por 20 de diciembre de 2011 Sin comentarios

Iván Thays

Lucía Etxebarría

Dado que he comprobado hoy que se han descargado más copias ilegales de mi novela que copias han sido compradas, anuncio oficialmente que no voy a volver a publicar libros en una temporada muy larga. No al menos hasta que esta situación se regule de alguna manera. A mí no me apetece pasarme tres años trabajando como una negra para esto. Si quiero regalar novelas, haré copias para mis amigos en plan Sebastian Venable.

El mensaje podría ser muy preocupante, pero no lo es porque quien lo ha escrito es Lucía Etxebarría. Seguro que no habrá demasiados lectores preocupados por el anuncio de Lucía quien ha tenido que comerse, en su página pública de Facebook, varios comentarios de insultos. Hay que decir que no es muy atinado de su parte decir, por ejemplo, ?no me apetece trabajar como una negra?. ¿No pudo encontrar una metáfora mejor para explicar su punto?
El tiro le salió por la culata. La mayoría de los mensajes fueron irónicos, dándole gracias a la escritora por su decisión de dejar de escribir. Uno de ellos fue bastante rotundo, firmado por Jennifer Camacho:

Hoy sólo quiero darle las gracias señora Etxebarría por no tener que sufrirla más en la mesa de novedades. Los árboles respirarán tranquilos. La gente querrá leer a Bulgákov o Binet. Espero que sea una mujer de palabra y que no caiga en la tentación de volver cuando le pongan una oferta irresistible en las narices. Que usted ya no escribe por pasión, porque si no, no se rendiría así. Pero no se compadezca de sí misma, no diga que se marcha por desencanto, poque no se lo compran, por ingratitud. Duro lo tuvieron los escritores censurados de la URSS, que muchos acabaron perdiendo la vida por escribir. Duro lo tuvo Walser, que acabó arruinado en un manicomio de mala muerte. Duro lo tuvo Dostoeivski que apenas tenía para comer. O Toole que jamás llegó a publicar en vida, y sólo porque al morir su madre insistió hasta que le publicaron La conjura de los necios. Y ninguno se quejó jamás de que nadie les compraba, o les pagaba por su trabajo. Pero grandeza de corazón no nos toca a todos en la vida. Está claro.

Ante estos, Etxebarría volvió a comentar su idea en un texto mucho más extenso en su misma página de Facebook. Dice ahí:

Como ya anuncié ayer, mi intención, de momento, es dejar de escribir novelas por unos años. Me sorprende enormemente que tanta gente no lo haya entendido y que, para colmo, me critique por ello. No sé en qué trabaja esa gente a la que ha sentado tan mal lo que he dicho. No sé si sus padres los mantienen o si han heredado una fortuna. A mí no me mantienen ni mis padres ni un marido ni un ex marido, y por lo tanto tengo que trabajar para vivir. Porque mantengo mi casa y a mi hija. Cuando Miguel Angel pintó la capilla Sixtina, se los pagó el Papa Sixto, con la intención no de que esos frescos los disfrutara la plebe, sino solo los doscientos elegidos de la corte papal que se reunirían all. Doscientos, repito. Ni uno más. Esa capilla no era de acceso público. Cuando el Greco, Velázquez o Goya pintaban cuadros, se los compraban o bien el rey o bien miembros de la corte que podían pagarlos, y los colgaban en las paredes de su casa, no en un museo. Cuando Baudelaire escribía, por mucho que preconizara el lema parnasianista de ? el arte por el arte? (dado que Baudelaire era muy rico y no tenía que trabajar para vivir), el editor le pagaba por las copias vendidas, y de hecho ? Las flores del mal? fue un éxito editorial en su momento y, que la historia sepa, Baudelaire no hizo ediciones de sus obras para repartirlas gratuitamente entre sus amigos artistas ni tampoco donó el dinero de sus derechos de autor a los pobres. Cuando Stalin, Mussolini, Hitler o el propio Franco pagaban a artistas para que sus esculturas o edificios decoraran las calles de las ciudades, el fin era propagandístico, no artístico. La cultura nunca ha sido gratuita, nunca. Por mucho que algún inculto se empeñe en afirmar lo contrario. Y nunca había sido tan democrática como hasta ahora, puesto que solo en el siglo veinte todos los estamentos sociales han podido tener acceso al arte que, hasta el XIX, estaba reservado a una élite que podía pagar por él. Pero en nombre, supuestamente, de la democracia, se está asesinando la cultura. Sí, existe en según qué círculos esa asociación de la cultura con el arte incomprendido de los artistas incomprendidos que, del mismo modo que desarrollan una forma de vida alternativa o extravagante o bohemia, desarrollan su arte de forma ajena a las instituciones artísticas), los encargos oficiales y el mercado. No por casualidad el arte soviético calificó estos principios parnasianistas de ideas burguesas, porque lo son. Porque solo el que es rico por su casa puede abrazarlas. Los demás no podemos. Yo cobro por copia vendida. Si se me da un adelanto de derechos de autor, se suele estimar en función de las copias que el pasado libro haya vendido. El último adelanto ha sido sensiblemente más bajo que el anterior, porque ? Lo Verdadero es un momento de lo falso? vendió menos de lo esperado. Eso sí, lo podéis descargar en internet en cinco minutos. Y por eso, precisamente, vendió tan poco. Es tan simple como que no me puedo poner a escribir otra novela porque tengo que comer para vivir y, si bien mi situación no es desesperada, ni mucho menos, tampoco es que pueda vivir del aire, ni que pueda seguir así el resto de mi vida. Empieza a ser hora de que me busque un trabajo. Y sí, podría sacrificarme mucho, trabajar en otras cosas y escribir dos horas cada noche, pero sí he tenido una hija ha sido precisamente para estar con ella, y también quiero estar con mi familia y con mis amigos. No quiero llegar a casa derrengada y ponerme a escribir a partir de las ocho. Lo hice con veinticinco años. Entonces me sobraba energía y no tenía una hija. Ahora no me siento capaz de repetir el esquema. Y, sobre todo, no quiero regalar gratuitamente mi obra a gente que, precisamente, se permite dejar en mi muro unos comentarios tan desagradables como los que he leído.
(?)
A día de hoy no tengo la más mínima intención de ponerme a escribir otra novela, y mucho menos un guión de cine. El abogado me cobra mil euros por cada uno de los seis juicios a los que me he tenido que enfrentar este año por culpa, precisamente, de una historia que no hubiera sucedido si yo no escribiera y no me hubiera hecho famosa haciéndolo. El fontanero me ha cobrado doscientos euros por la reparación de la cañería. Movistar me ha cobrado mil seiscientos euros por una factura fantasma de cuyo importe quisiera no acordarme, pero me acuerdo. La comunidad de mi casa, tiene costes, el IBI lo pago, pago todos mis impuestos religiosamente, pago la comida de mi hija, sus libros, sus uniformes, mi comida. Y de algún lado tendré que sacar el dinero para hacerlo. Repito: Ni he heredado una fortuna, ni me casé con nadie de la realeza, ni a día de hoy tengo cuerpo como para que me paguen por mis servicios sexuales. ¿ Es tan difícil de entender?

Desde luego, después de ese texto los insultos, las réplicas y los reproches siguieron llegando. Como aquel que dice: ?Pues nada hija, si escribes unicamente para lucrarte , buscate otro empleo, no se te echará de menos con esos ideales.? O aquel otro que declara: ?¡¡Se acabó vivir de la ceja!!? 

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Iván Thays

Iván Thays es escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro".

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