Iván Thays
carátula de la novela
El clásico japonés Kanikosen: el pesquero, novela breve de Takiji Kobayashi (escritor japonés asesinado en 1933) ha sido publicado en castellano en España por Atico de los Libros. Además, pronto se podrá ver la nueva versión fílmica de esta novela proletaria sobre un barco cangrejero.
En Radar Libros Guillermo Saccomanno hace una estupenda y extensa reseña:
La tensión que produce la lectura de Kanikosen exige que, al comentarla uno tiente alguna distancia, ser ligeramente crítico y, mediante una supuesta objetividad, argumentar por qué esta novela, no más larga que Humillados y ofendidos de Dostoievski, contundente como Hambre del noruego de Knut Hamsun, lo vuelve a uno, desde el comienzo, lector incondicional. Su potencia es tanta en su tiempo como hoy. Especialmente en Japón, donde se ha convertido en un auténtico fenómeno. Tiene una explicación obvia: los jóvenes nipones obligados a trabajar contratos temporales en situaciones concentracionarias con salarios bajos, temerosos de perder su empleo, en la crisis económica, se identifican con esta ?ficción? impiadosa sobre los pesqueros del pasado. Sus lectores: 1.600.000 ejemplares. Es sabido: no es la cantidad de lectores que comprende un boom lo que garantiza la calidad de un relato. Excepcionalmente, en este caso, lo masivo y la calidad van juntas.
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Kanikosen refiere una historia siniestra y despellejada. El Hakku Maru contiene entre sus cuatrocientos tripulantes, pescadores veteranos y brutales en su mayoría, apestando a sake, muertos de hambre empujados a esta faena por la necesidad, y también numerosos estudiantes pobres y chicos inexpertos que irán padeciendo los rigores del terror y la vejación. Porque a bordo, extrañando una mujer, los chicos son el consuelo sexual de estos hombres animalizados que provienen del campo, de las minas, de las fábricas. Están condenados a jornadas sin descanso. También, a todos sin excepción, los amenazan el castigo y la enfermedad. Violencia desquiciada, mentes aturdidas. La paliza y el encierro en un retrete en caso de desobediencia. El beri beri como consecuencia del debilitamiento extremo. Por la noche el patrón, alumbrándose con una linterna, armado con un garrote, avanza entre las cuchetas, aparta las cabezas como calabazas. Nadie despierta así lo pateen. El patrón, se dan cuenta los sometidos, sabe de los límites de su resistencia. ?Fíjate en La casa de los muertos de Dostoievski?, le dice un estudiante a un compañero de desgracia. ?Si lo piensas, ahora que conoces esto, no parece nada del otro mundo?.
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Puestos a buscarle filiaciones, influencias y también una genealogía, habría que situar Kanikosen en un arco que comprende al Víctor Hugo de Los trabajadores del mar y al Joseph Conrad de Tifón, pero más cerca, como hermano de sangre está London. Un dato: Kanikosen fue comparada con La jungla, novela de Upton Sinclair, que narra la explotación de los obreros de la carne. Desde una óptica cool de lectores sushi podría leerse Kanikosen como relato de aventuras marinas, pero quien se incline a su lectura con esta intención pronto resultará chasqueado por una historia cuya turbulencia remitirá, como a los jóvenes japoneses de hoy, a una realidad concreta que los sobrepasa. Novela coral, no hay personajes que se sobreimpriman unos a otros. Apenas maniquea, en su crudeza legitima la polaridad en función de un planteo clasista que viene a cobrar vigencia en un tiempo donde el trabajo se vuelve otra vez tema literario. Sin duda, Kanikosen no es una lectura que se preste a la fruición de la pelusa en el ombligo. Lo que viene a plantear qué sentido tiene escribir y para qué sirve la literatura.
¿Vuelta de la novela proletaria?, cabe preguntarse. La respuesta está en la misma novela. Y en la vida de su autor. Hija de la necesidad, Kanikosen es la novela de un iracundo que supo narrar con frialdad una temática que se pensaba agotada. La sucinta biografía de Kobayashi informa que nació en Odate, Akita, en 1903 y creció en Otaru, Hokkaido. En su época de estudiante integró el comité de redacción de una revista y publicó sus primeros relatos. Después de graduarse en estudios de comercio fue empleado bancario. Apretado por la estrechez económica, durante la recesión se afilió al proscripto Partido Comunista y se dedicó a compartir la militancia con la escritura. Al publicarse Kanikosen Kobayashi ganó una popularidad instantánea que llamó la atención de la policía. La novela pronto tuvo una adaptación teatral con el título Al norte de los 50 de latitud norte. El joven Kobayashi publicó después un ensayo, El terrateniente, que motivó su despido del banco. Vigilado por la policía, fue arrestado bajo la acusación de financiar el PC. Fue dejado en libertad por un tiempo corto. Dos años después fue detenido nuevamente. Consiguió salir con una fianza. Pero en 1933 intervino clandestino en una reunión del PC y, alcahueteado por un espía, fue arrestado otra vez. Desnudo, expuesto al frío del invierno, fue apaleado. Cuando la policía lo entregó a un hospital a las 7.45 del día siguiente estaba muerto. Había fallecido de un ataque al corazón, declaró la policía. Los hospitales, por miedo, rehusaron hacer su autopsia. Una nota incluida por su editor estadounidense en su primera edición en lengua inglesa apenas meses después de su asesinato informa que ?en su cuello había moretones causados por una cuerda afilada. En las muñecas, una de las cuales estaba rota, quedaban las marcas de las esposas. Toda la espalda abrasada y, desde las rodillas a las ingles, la carne estaba hinchada y púrpura a causa de las hemorragias internas.