Iván Thays
Gunter Grass y su Olivetti verde olivo
Odia el iPad, odia la MacBook y cualquier otro odenador, odia a los escritores no comprometidos, odia a la República de Weimar, odia el liberalismo político, odia la literatura contemporánea, que quizá ni lea. Gunter Grass es inamovible, como una estaca clavada en los años 70. Y no piensa moverse un ápice. ¿Ya para qué? Ya ganó el Nobel, ya escribió sus grandes libros, ahora solo redacta memorias. Si antes fue soberbio, ahora ya no necesita serlo. Ya entró al museo, junto con su Olivetti y el realismo social y un discurso contra el Muro de Berlín que no llegó a leer, pero guarda por si alguna vez regresa el pasado.
¡Oh, el pasado!
Dice una nota sobre una entrevista a Gunter Grass en ?Der Spiegel?:
El escritor alemán Günter Grass, Premio Nobel de Literatura 1999, prefiere a los hermanos Grimm que a algunos de sus despolitizados colegas actuales y se mantiene como usuario de la máquina de escribir Olivetti, en contra el imperio de los ordenadores y el iPad. ?No deberían repetir los errores de la República de Weimar y ampararse en la distancia de lo privado?, advierte el escritor en una entrevista publicada por el semanario ?Der Spiegel?, en relación a algunas de las nuevas generaciones de escritores. Grass considera que hay suficientes problemáticas susceptibles de ser abordadas por los escritores e intelectuales de hoy -y cita la crisis financiera, la pobreza infantil, las expulsiones de inmigrantes ilegales, el abismo entre ricos y pobres- como para inhibirse de ?contribuir a la vida democrática?, destacó Efe. El escritor se muestra en cambio fascinado por los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm, cuyos cuentos -afirma- llenaron su infancia e influyeron en su obra posterior, y a cuyo diccionario de la lengua alemana dedica su última obra, ?Grimms Wörter? (?Las palabras de los Grimm?). Grass se declara admirador de la ?incondicionalidad? demostrada por ambos, tanto en la escritura como en su posicionamiento político, que les llevó ya en 1837 a manifestarse contra el poder del Estado. Al diccionario de lengua alemana -que no lograron terminar, ya que en vida apenas completaron tres de los 32 volúmenes previstos- y a lo que denomina pasión compartida con los Grimm por ?la transmisión oral con los vocablos?, consagrada Grass su último libro, de marcado carácter autobiográfico, explica. De acuerdo a su costumbre, el Nobel de Literatura sigue escribiendo en su Olivetti y, tras diversas modificaciones, pasa luego los folios a su secretaria para que los traslade al ordenador. No se define como retrógrado, pero prefiere los formatos de siempre al ordenador y otros soportes electrónicos, mientras que vaticina un nueva ?valoración? para el libro: ?La producción masiva se reducirá y el libro recuperará su valor como objeto a conservar y legar?. El escritor se declara absolutamente reacio al iPad, y afirma que ha pactado expresamente con su editor que no autorice la difusión de sus libros por esos sistemas de lectura, hasta que los escritores no tengan una ley que ?proteja debidamente? sus derechos.