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Fontaine entrevistado

Por 8 de septiembre de 2010 Sin comentarios

Iván Thays

Arturo Fontaine
Arturo Fontaine publicó hace poco La vida doble en la editorial Tusquets, luego de 12 años de silencio. Una novela política cuya investigación ha sido, al parecer, casi tan ardua como la escritura. Una novela donde asume realidades distintas a las suyas (a las del autor, digo) con absoluto derecho. Entrevistado en La Tercera, sin embargo, el autor de la nota anticipa una probable crítica por internarse en territorios que ?no son suyos? ¿Por qué? ¿Por qué un autor solo puede contar sobre lo que sabe o sobre lo que es? Toda obra de arte es una ficción y, como tal, una invención. Se juzga la verosimilitud y la realidad a partir de la lectura, no del mundo ?real?, que está en un plano distinto al de la realidad-real, lo que sea que eso signifique. Se inventan mundos extraterrestres, se inventan ciudades conocidas, personajes, sucesos. El mundo transfigurado en la escritura, pese a quien le pese, da lo mismo si uno cuenta su vida o la vida de un ser absolutamente ajeno a uno mismo. 
La entrevista a Fontaine aparece en La Tercera pero no está en internet. Por eso, les dejo aquí algunas respuestas interesantes, mientras espero tener el libro y leer el regreso del gran Arturo a la ficción:

¿Cuál fue el punto de partida de la novela?
Pensé escribir un reportaje sobre el carpintero Juan Alegría, uno de los casos más terribles: se mata a un inocen- te para inculparlo de un crimen que no cometió. Pero los datos que recopilé nunca me dejaron contento. Y me la ganó la ficción. Pero yo creo en la ficción que, de algún modo, alumbra la realidad.
¿Fue mucha la investigación?
Sabía demasiado poco? Poco de armas, de formas de lucha, de procedimientos de inteligencia? Necesitaba meterme en la cabeza de esta gente, averiguar cómo eran sus métodos, su vida íntima, sus deseos.
¿Siempre pensó que la novela debía ser narrada en primera persona?
No, eso fue parte de la búsqueda. Jugué con la idea de tener varios narradores que se entrecruzaran. Me gustaba que no calzaran mucho los puntos de vista. Pero perdía tensión. Escribí mucho que tuve que botar. Publicar es sacrificar, decía Donoso. Al final, me convencí de que el enigma de la novela era Lorena misma. El paso de una forma de vida a otra, la manera en que ella se da vuelta entera, tal como un guante, cómo quema todo lo que amó? son temas y motivos que me fueron atrapando. La novela es el relato que ella hace de sí misma, de su vida. Es también mi intento por comprenderla y su resistencia a ser comprendida. Para ella, toda comprensión es reduccionista y por eso duda de que su historia tenga sentido. Lo que ella quiere no es ser comprendida, es ser amada.
Hay una cierta complicidad con la protagonista.
Sí, no obstante que ya no puede estar más despedazada. Su yo ha sido apenas recompuesto, sin que las piezas calcen. Y aceptando que habla desde este descalce, yo quise al final arriesgar una apertura, un suspiro de esperanza. ¿Qué haces con tu vida cuando has dejado una embarrada de ese tamaño? Ella se arrepiente, hace actos de reparación, y no basta. Se siente víctima y lo es. Pero nada soluciona el problema. Nada lava sus culpas. No bas- ta el arrepentimiento. En la tragedia clásica ni siquiera basta la inocencia (Edipo era inocente, pero igual se ciega; aquí, por cierto, no hay tal inocencia?). Pero Lorena de alguna manera termina aceptándose a sí misma. Acepta su vida tal cual fue y tal cual será. Sólo entonces -cuando ya le queda muy poco- siente estar preparada para vivir y para querer, quizás.
La novela plantea un tema de límites: hasta dónde podemos llegar sin disociarnos, sin dejar de ser…
Exacto. Lorena tiene dos planos. En el plano público, tiene un compromiso racional y emocional con la vía armada. Pero, por otro lado, está el subterráneo mundo de sus genes de mamá, que brota con una fuerza que nunca calculó. Vive una contradicción interna que es lo que explica en parte su transformación. Pero sólo en parte, sólo en parte? Porque ella pudo escapar. ¿Por qué empezó a odiar con tantas ganas a sus hermanos revolucionarios? En una zona, Lorena está sometida al destino, pero en otra también escoge con sus actos. La novela es una exploración de la condición humana cuando es sometida a presiones extremas.
Hay un momento en la novela, políticamente muy incorrecto, en que ella reivindica la acción armada y un comportamiento ajustado no a una lógica de víctimas, sino a una lógica de combatientes de una revolución que fracasó.
En el MIR y en el FPMR hay quienes reivindican esa lógica. Pudieron haber matado a Pinochet, pudieron haber- se distribuido las armas de Carrizal, pudo haber habido una revolución de veras? A Lorena le molesta que la épica revolucionaria ahora devenga en un lamento. Con su transformación en víctima, el combatiente pierde su proyecto de vida. Es una conversión que le quita pólvora y justificación histórica; pierden sentido las chapas, las armas, los años de entrena- miento militar y, sobre todo, el sacrificio. Por eso, Lorena reivindica las protestas, que habrían sido exitosas gracias a las milicias, como una fase preliminar a otra posterior (la insurrección). Es lo que ella cree que nuestra transición abortó y traicionó.

Por otra parte, Arturo Fontaine menciona también lo que ocurre actualmente en la narrativa chilena y se atreve a dar una opinión favorable al Premio Nacional de Literatura dado a Isabel Allende. Dice:

Se van a cumplir casi 20 años desde la aparición de la Nueva Narrativa, de la cual usted fue parte. ¿Qué queda de eso, fue un verdadero movimiento?
Algo queda. No fue, claro, un movimiento articulado en torno a un manifiesto. Pero en un momento en que predominaba el realismo mágico, de segunda o tercera mano, o el relato de gueto académico, aparecieron una serie de autores que reivindicaron (yo creo que de manera casual, o quizás a raíz de ciertas lecturas que habíamos hecho) la fuerza de la trama, de los per- sonajes, y la voluntad de tocar a un público ojalá amplio con novelas de factura literaria. Eso penetró y estas cosas yo creo que se han conservado. En esos parámetros se mueven con libertad y cada cual a su manera, no sé, un Zambra, una Andrea Maturana, una Andrea Jeftanovic, un Roberto Brodsky, un Missana, un Gumucio, un Bisama o una Alejandra Kúsulas? Discuto que haya sido un fenómeno de marketing, porque tengo la impresión contraria. Fue todo espontáneo. Es más: a diferencia de todos los grandes fenómenos editoriales chilenos que se hicieron afuera, lo novedoso de este es que fue hecho aquí.
Es inevitable: su opinión del nuevo Premio Nacional de Literatura.
Esto no les va a gustar a mis amigos escritores: creo que es un buen premio. Por supuesto Jorge Guzmán, Germán Marín y desde luego Antonio Skármeta eran excelentes candidatos y no me cabe duda que obtendrán el premio más adelante. Pero este era el año de Isabel Allende. Donoso dijo que le encantaba de ella su ?alegría narrativa?. Creo que esa es la clave. Los Cuentos de Eva Luna, Paula y, por supuesto, La casa de los espíritus son obras muy intensas, de una narradora innata, cuyas historias viajan muy bien a cualquier idioma. Por otro lado, este es también un premio a los lectores.

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Iván Thays

Iván Thays es escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro".

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