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Escrito por

Andrés Rivera

Andrés Rivera (Buenos Aires, 1928) ha sido reconocido por el público y la crítica especializada como uno de los más importantes autores argentinos de la actualidad.Marcos Ribak, su verdadero nombre, obrero textil, escritor y periodista, nació en el seno de una familia de inmigrantes obreros. Su madre Zulema Schatz llega a la Argentina desde Proskurov, huyendo de la guerra, y su padre, Moisés Rybak, militante comunista que sufre persecución política en Polonia, y que llega a ser dirigente del gremio del vestido en Buenos Aires. Desde muy joven, trabaja como tejedor de seda en una fábrica de Villa Lynch, en la provincia de Buenos Aires. Su actividad como escritor y periodista se inicia en la década de los cincuenta. Rivera, que se había criado en los avatares del movimiento obrero argentino, se afilia al Partido Comunista, junto a Juan Gelman, Roberto Cossa y Juan Carlos Portantiero, con quienes colabora en distintas publicaciones. Su compromiso político y su militancia impregnan, en esta etapa, toda su literatura. A este universo fuertemente ideologizado responde su primera novela,  El precio, la siguiente, Los que no mueren, y en años sucesivos, tres libros de cuentos, Sol de sábado, Cita y El yugo y la marcha, obras muy cercanas a la estética del realismo social.En 1972 publica el libro de relatos Ajuste de cuentas, un punto de inflexión en su obra. Rivera había sido expulsado del Partido Comunista en 1964. Desde entonces su visión de la realidad se había ido transformando y había despojado de dogmatismos partidarios. Su mirada da un giro radical. «El cambio de perspectiva procede de la constatación de una derrota -tema que recorrerá de manera insistente todos sus libros posteriores-, fundada en la certeza de que la sociedad no se halla a las puertas de la revolución y que el aire equívoco de revuelta que se respira en aquellos años empieza a percibir los primeros signos de su fracaso más rotundo y definitivo» (Jorgelina Núñez, Clarín).Rivera vuelve a publicar en 1982, después de un silencio de diez años, que coincide con la dictadura militar. Aparecen Nada que perder y Una lectura de la historia, textos en los que va consolidando su poética narrativa: la indagación en la historia como punto de partida, materiales referenciales de la política, los elementos autobiográficos, las formas opresivas del poder, la traición, la violencia..., todo proyectado en la trama de conflictos humanos. En esta línea publica En esta dulce tierra (1984, Segundo Premio Municipal de Novela) y Apuestas (1986).En 1987 se edita La revolución es un sueño eterno, distinguida en 1992 con el Premio Nacional de Literatura. Rivera abandona su labor periodística y se dedica por completo a la escritura literaria. A partir de ahí, novelas como Los vencedores no dudan, corregida y reeditada con el título Para ellos, el paraíso, El amigo de Baudelaire, La sierva (1992, Premio Fundación El Libro al mejor publicado), El farmer, El profundo sur, Tierra de exilio, Hay que matar, Ese manco Paz,  Esto, por ahora,  Punto Final y los libros de relatos como MitteleuropaLa lenta velocidad del coraje, la antología Cuentos escogidos, Cría de asesinos y Por la espalda colocan a Rivera entre los autores más leídos y respetados por público y crítica especializada.

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