
Ficha técnica
Título: Antología poética | Autor: Philip Larkin | Editor: Damiá Alou | Editorial: Cátedra | Colección: Letras Universales | Páginas: 232 | Código: 120522 | ISBN: 978-84-376-3572-9 | Fecha: Sept/2016 | Precio: 16.30 euros |
Antología poética
Philip Larkin
Philip Larkin nació el 9 de agosto de 1922 en el seno de una familia inglesa acomodada. Su padre le puso el nombre de Philip por el poeta del siglo XVI Sir Philip Sidney, al que consideraba la figura literaria más importante de Inglaterra. De carácter retraído, con un sentido del humor muy peculiar y con una profunda aversión hacia cualquier cosa que sonara a modernidad, Larkin prefería centrar su poesía en los hechos observables, en una suerte de fenomenología comentada. Con «Engaños» (1955), un libro que contenía apenas veintinueve poemas, Larkin consigue comenzar a hacerse un hueco en la Historia de la Literatura, dando un giro radical a lo que había sido el canon imperante de la poesía inglesa. Philip Larkin creía que la poesía es algo emocional, más que intelectual o moral, y que el metro y la rima intensifican la emoción. Casi todos sus poemas poseen una oralidad deliberada que acaba conformando la estructura misma del texto. Esta antología pretende ser, por una parte, un volumen donde se compendie lo más esencial de Larkin, y, por otra, una ventana a su producción inédita (se incluyen veinte poemas inéditos en castellano), que por motivos diversos no acabó formando parte de los volúmenes que publicara en vida un poeta tan exigente. Para ayudar al lector a acercarse a las distintas caras del personaje larkiano se reúnen los poemas en once apartados temáticos.
INTRODUCCIÓN A LA POESÍA DE PHILIP LARKIN
Si en la carrera de Larkin existe un punto de inflexión que marca un antes y un después, es la lectura, en 1946, de los Choosen Poems de Thomas Hardy. Larkin nos cuenta que hasta la lectura de ese volumen había conocido tan solo al Hardy novelista, y los pocos poemas que había leído de él le habían parecido «deprimentes». Pero aquella lectura alumbró un poeta totalmente nuevo. Andrew Motion lo expresa nítidamente en su biografía de Larkin:
Casi de inmediato su «fiebre celta remitió» y su universo poético quedó trastocado. En lugar de simbolismo encontró fidelidad a los hechos familiares; en lugar de música grandilocuente encontró el sonido de una mente exigente pensando en voz alta; en lugar de retórica elevada encontró una modesta atención; en lugar de un anhelo de trascender encontró una inmersión total en las cosas cotidianas.
Quizá con más intuición que conciencia, Larkin comprendió que el simbolismo y el modernismo anglosajón que habían hecho de T. S. Eliot la referencia de la poesía anglosajona del primer tercio de siglo tocaban a su fin, y que en lugar de seguir ese lenguaje que mitologizaba los hechos más prosaicos (esa mezcla de cotidianidad y metafísica tan característica de La tierra baldía) debía crear una poética menos pretenciosa, más arraigada en su experiencia única y singular. Ya en 1949 esbozaba esa poética en un sencillo poema titulado «Modestias», cuya primera estrofa nos dice que:
Las palabras sencillas como alas de pájaro
no mienten,
no adornan las cosas
por timidez.