
Ficha técnica
Título: Manual de filosofía portátil | Autor: Juan Arnau | Editorial: Atalanta | Colección: Memoria mundi | Género: Ensayo | Formato: 14 x 22 cartoné | Páginas: 570 | ISBN: 978-84-940941-9-4 |Precio: 27,50 euros
Manual de filosofía portátil
Juan Arnau
Ahora que todos los restos del orden eterno han sido borrados, resulta más necesario que nunca preguntarse por el sentido de la filosofía. Y para ello este libro propone recorrer el río de la filosofía a contracorriente, en busca de sus fuentes. El viaje se inicia con el gesto de un antropólogo que, tras estudiar filosofía en París, se va a buscar la verdad entre los «salvajes». Luego, visitamos a los filósofos, contemplando escenas inolvidables: Wittgenstein toma notas en una trinchera, Nietzsche susurra a un caballo, Kierkegaard financia un panfleto anticlerical, Leibniz descubre el amor entre las princesas, Montaigne se encastilla, Plotino oculta su pasado, Sócrates bebe voluntariamente un veneno y Empédocles se arroja a un volcán. Lo que a primera vista podría parecer extraño revistió un profundo sentido para todos ellos. Llamemos a ese sentido filosofía y veamos qué ocurrió.
¿Por qué un manual? Porque aspira a ser fácil de manejar y fácil de entender y su intención es fundamentalmente práctica. Porque no es un libro oficial, académico o doctrinario, y compendia lo más sustancial de unas cuantas vidas filosóficas. ¿Por qué portátil? Porque es un homenaje a caminantes. La filosofía portátil es un esfuerzo por liberar al pensamiento de la reclusión a la que ha estado sometido por escolásticos y académicos. Un modo de conjurar esa manía erudita de hablar sólo para aquellos que comparten cátedra o facultad. El espíritu de la pesadez infecta como ningún otro al de la filosofía, y el portátil es un soltador de lastre. Prefiere ofrecer ironías, migajas y vislumbres que abran paso a una nueva inteligencia de la vida.
Introducción
Un manual de filosofía portátil
¿Por qué manual? Porque aspira a ser fácil de manejar y fácil de entender. Porque su intención es fundamentalmente práctica. Porque prefiere la ligereza del cuaderno a la pesadez del tomo. Porque no es un libro oficial, ni académico, ni doctrinario. Porque compendia lo más sustancial de unas cuantas vidas filosóficas. Porque contiene los ritos del pensamiento que administra la filosofía, ritos que no requieren de altares o cátedras y se limitan a ciertos hábitos de la percepción.
¿Por qué portátil? Porque es un homenaje a caminantes. La primera edición del Dictionnaire Philosophique de Voltaire, denominada portatif, sólo registraba 73 entradas. Contrastaba con otro diccionario famoso de la época, el de Pierre Bayle, que requería un carro para transportarlo. La filosofía portátil es una llamada a aligerarse: «Demasiadas pesadas palabras ajenas y demasiados pesados valores ajenos», se lamenta Zaratustra. El espíritu de la pesadez infecta como ningún otro el de la filosofía, que tiende con demasiada facilidad a la ceremonia. El portátil es un soltador de lastre. Frente a los voluminosos sistemas ofrece ironías, vislumbres, migajas. El portátil tiene bien aprendido que la razón generalmente sirve al deseo y la voluntad. Burlarse de la filosofía siempre fue un modo de hacer filosofía: contra la sombra de la seriedad se levantaba la carcajada del cínico, la ironía del sofista, el juego del lenguaje. El filósofo portátil prefiere la sonrisa jovial, que conserva al mismo tiempo la distancia y la cercanía y permite sortear obstáculos de otro modo insalvables.
La filosofía portátil es además un esfuerzo por sacar el pensamiento de la solemne reclusión a la que ha sido sometido por escolásticos y académicos. Un modo de conjurar esa manía erudita de hablar únicamente para aquellos que comparten cátedra o facultad. Para ello no es necesario volver la espalda a la metafísica o a la filosofía como sistema, sólo hace falta abandonar presuntuosas vanidades y hacer que la claridad y el diálogo se abran paso para que tengan una utilidad más allá de la mera información y puedan así tonificar el espíritu.