
Ficha técnica
Exposición de primavera
György Spiró
Un matrimonio húngaro, él ingeniero en una fábrica, ella empleada en el museo de la ciudad, presencia la revolución húngara de 1956. Él vive paralizado por el miedo a que le consideren sospechoso de participar en la sublevación, mientras ella asiste atónita al rechazo que el Partido muestra hacia la Exposición de Primavera, en la que ha intervenido, por no concordar con sus directrices. Un fresco vigoroso y lleno de humor que retrata magistralmente el ambiente de terror y degradación humana que experimentó la ciudad de Budapest bajo el dominio soviético.
La última novela de uno de los escritores más prestigiosos y leídos de Hungría, galardonado con los premios Kossúth, Milán Füst, Premio Literario de Europa Central «Angelus», y Artisjus.
Comienzo del libro
No viene mal ser ingresado en un hospital los días previos al estallido de una revolución, permanecer allí hasta su sofocamiento y luego convalecer apaciblemente en casa mientras duran las represalias. De este modo, el destino lo protege a uno en los días críticos de tomar una decisión equivocada, es más, de tomar cualquier decisión; y lo protege también de que decidan algo malo, durante la revolución o tras su sofocamiento, quienes deciden sobre la vida ajena. El héroe de nuestra historia, el ingeniero mecánico Gyula Fátray, había celebrado su cuadragésimo sexto cumpleaños el 2 de septiembre y tras un día entero de ayuno ingresó en el hospital el miércoles 17 de octubre a primera hora de la mañana. En el hospital ya no le dieron de comer, sólo de beber. Por la mañana, a mediodía y por la noche le aplicaron unas exhaustivas lavativas, y al día siguiente, el 18, fue operado por un primo segundo de su mujer, el doctor Zoltán Kállai. Los dolores que acompañan a la primera defecación tras una operación de hemorroides se suelen comparar con los de un parto, y conviene que eso ocurra en el hospital puesto que pueden producirse complicaciones. Nuestro héroe descargó un lunes, cuatro días después de la intervención, y el profesor adjunto Kállai lo felicitó y le dijo que en un par de días podría incluso regresar a su casa. Sin embargo, el miércoles no se produjo tal regreso a casa porque el día anterior por la tarde había comenzado el tumulto.