
Ficha técnica
Título: Conquista de lo inútil | Autor: Werner Herzog | Título original en alemán : Eroberung des Nutzlosen | Editorial: Blackie Books | Género: Ensayo | ISBN: 978-84-937362-4-8 | Páginas: 328 | Formato: 21 x 24 cm. | Encuadernación: Tapa Dura | PVP: 24 euros | Publicación: Febrero de 2010
Conquista de lo inútil
Werner Herzog
«Conquista de lo inútil sobrevivirá a todas mis películas. Estoy seguro. Las películas, de cualquier modo, tienen una vida limitada. La gente debe entender que este libro es una obra en prosa, un sueño o un delirio en estado febril. A fever dream. A fever delirious. No se trata de un diario de rodaje, sólo su estructura externa adopta esa forma y ese tono. Es un texto puramente literario disfrazado de diario. En su origen, desde luego, era un diario, pero apenas una pequeña parte de lo escrito recoge acontecimientos que de hecho tuvieron lugar durante el rodaje de Fitzcarraldo (1982). Ante todo, describo acontecimientos interiores. Lo diré una vez más: se trata del sueño de un hombre que tiene fiebre. Es un libro de catástrofes inventadas. Como si, durante el rodaje de Firzcarraldo, hubiese escrito poesía sobre lo que es vivir en la selva». Werner Herzog
En 1979, Herzog comenzaba un diario que iba a acabar en 1981 y que no sería capaz de releer hasta pasados 24 años: Conquista de lo inútil, más bien un largo poema en prosa de dimensiones épicas, crónica de la locura -la del personaje, que a lo largo del libro se va confundiendo con el director en su empeño-, relato del desastre (no siempre imaginario, en gran medida convocado, invocado) y cómo no, de una conquista. Un texto escrito sin la certeza o la intención de que fuese publicado, y en ocasión del prodigio y los reveses de un viaje a la selva amazónica (pues Herzog se negó a hacer la película en estudio, a echar mano de efectos especiales), esa suerte de negativo o inversión de la tierra prometida, para rodar la historia de un magnate del caucho empeñado en construir una ópera en plena jungla, para lo cual debe hacer pasar un barco por encima de una montaña entre dos ríos. Un viaje de años, porque fueron años, en los todo lo que podía ir mal en efecto fue mal.
Tres décadas más tarde, esta Conquista se convierte en una obra de primer orden, celebrada por la crítica internacional y desde luego por sus lectores, que ahora serán también los de la edición española. He aquí, por cierto, un libro para quienes conocen y admiran la obra de Werner Herzog tanto como para aquellos no han visto sus películas pero aprecian la literatura y, sí, los libros geniales.
Télex de Walter Saxer desde Iquitos. El asunto pinta bastante bien, sólo que en poco tiempo podría venirse todo abajo. Somos como trabajadores de rostro serio y confiado que construyeran un puente sobre un abismo, pero sin pilares. Hoy he tenido una larga conversación informal con el productor de Coppola, que entre un batido y una hamburguesa ha querido hacerme creer que se haría cargo del destino del proyecto. Le he dado las gracias. Me ha preguntado: sí, gracias, o no, gracias. Le he dicho: no, gracias. Coppola aún no se recupera del todo de la operación de hernia. En él se mezclan de forma singular el lamento quejumbroso, la necesidad de protección, el trabajo profesional y el sentimentalismo. La oficina del séptimo piso ha intentando febrilmente conseguir una cama de hospital para la sala de montaje y otra para transportar y colocar donde haga falta. A Coppola no le han gustado las almohadas; se ha pasado la tarde quejándose de las que afanosamente le traen y las ha rechazado todas.
Los Ángeles, 19-20/6/79
Piso de los ejecutivos de la 20th Century Fox. Resulta que todavía no hay contactos sustanciales entre los franceses de Gaumont y la Fox. Además, aquí se da por sentado que subiremos un barquito de plástico por una colina en algún estudio de cine, tal vez incluso en un jardín botánico que no esté muy lejos, por qué no San Diego, allí hay invernaderos con buenas plantas tropicales. He preguntado cuáles son entonces las malas plantas tropicales y he agregado que más bien se da por sentado que será un verdadero barco de vapor sobre una montaña de verdad, pero no por una cuestión de realismo sino por la característica estilización de las grandes óperas. A partir de ese momento, las palabras cordiales que hemos intercambiado se han cubierto de una fina capa de gélida escarcha. (…)