
Ficha técnica
Título: Clarissa | Autor: Stefan Zweig | Traducción: Marina Bornas Montaña | Editorial: Acantilado | Colección: Narrativa del Acantilado, 283 | Encuadernación: Rústica cosida | Formato: 13 x 21 cm | Páginas: 208 | ISBN: 978-84-16748-38-9 | Fecha: ene-2017 | Precio:
Clarissa
Stefan Zweig
Clarissa, hija de un militar austríaco, conoce en Lucerna a Léonard, un joven socialista francés del que se enamora. El estallido de la Gran Guerra separa a los amantes y la joven, que ha quedado embarazada, debe volver a Austria en medio de una Europa que se desgarra, donde toma la decisión de tener y criar a un hijo del enemigo.
Esta conmovedora novela tardía de Zweig es hoy considerada el testamento en el que el extraordinario escritor austríaco condensó los ideales humanísticos que abrazó durante toda su vida.
1902-1912
Años más tarde, cuando Clarissa se esforzaba en recordar toda su vida, le resultaba difícil encontrar un hilo conductor. Había vastas superficies de formas imprecisas que parecían cubiertas por la arena; el propio tiempo planeaba sobre ellas, indefinido como las nubes y carente de cualquier dimensión. Mientras que apenas podía rendir cuenta de años enteros, algunas semanas, incluso días y horas, aún le colmaban el alma y la memoria como si hubieran transcurrido el día anterior. A veces, al evocar su vida, se sentía como si sólo hubiera participado activamente en una pequeña parte de ella, y hubiera vivido el resto sumida en el cansancio o empujada por el vacío sentido del deber. Al contrario que la mayoría de la gente, apenas recordaba su infancia. Debido a circunstancias particulares, nunca había tenido un verdadero hogar ni había conocido un entorno familiar. Su nacimiento en el pequeño emplazamiento militar de Galitzia, donde su padre-que entonces sólo era capitán del Estado Mayor-estaba destinado, le costó la vida a su madre, por culpa de una serie de desafortunadas casualidades: el médico del regimiento había contraí- do la gripe y estaba postrado en la cama, y el médico de la ciudad vecina, al que avisaron por telegrama, se retrasó por culpa de la nieve acumulada y no llegó a tiempo para combatir con éxito la avanzada pulmonía que la madre había contraído entretanto. Justo después de su bautizo en la guarnición, Clarissa fue encomendada-junto con su hermano dos años mayor que ella-a su abuela, una mujer dé- bil que requería más cuidados de los que podía dar. Tras la muerte de la anciana, llevaron a Clarissa con la hermanastra mayor de su padre, mientras que la menor se hizo cargo de su hermano. En cada nueva casa cambiaban las caras, el aspecto de los criados alemanes, bohemios y polacos; nunca había tiempo para acostumbrarse, adaptarse, acomodarse, calentarse. En 1902, cuando tenía ocho años, apenas superada la timidez inicial, su padre fue destinado a San Petersburgo como agregado militar; entonces fue cuando el consejo de familia, con el afán de proporcionarles más estabilidad a los dos niños, decidió mandar al hijo a la academia militar e internar a Clarissa en el colegio de un convento situado cerca de Viena. De su padre, al que sólo veía muy de vez en cuando, apenas conservaba algún recuerdo; en realidad, más que su cara o su voz, recordaba su reluciente uniforme azul lleno de redondas condecoraciones tintineantes, con las que ella habría disfrutado jugando si él no hubiera apartado con severidad su manita infantil de aquellos símbolos de dignidad, para educarla igual que a su hermano, del que recordaba el traje de marinero y el largo pelo rubio y lacio que siempre le había envidiado.
Clarissa pasó en el internado del convento los diez años siguientes, la década comprendida entre su octavo y su decimoctavo cumpleaños. Hasta cierto punto, el hecho de que conservara tan pocos recuerdos de un período tan amplio se podría atribuir al carácter de su padre. Leopold Franz Xaver Schuhmeister, que entretanto había ascendido a teniente coronel, el rango superior del Estado Mayor, era considerado en las altas esferas militares uno de los tácticos y teóricos más competentes y eruditos