
Ficha técnica
Título: Mi nombre no es Sena | Autora: Marta del Riego Anta | Editorial: Harper Collins | Colección: Ficción | Formato: con solapa | Páginas: 384 | Medidas: 15,5 X 23 cm | ISBN: 9788491390060 | Fecha: Sept/2016 | Precio: 17.90 euros | Ebook: 9,99 euros
Mi nombre no es Sena
Marta del Riego Anta
Berlín se prepara para recibir el año 2000. La ciudad está en ebullición y Sena la recorre incansablemente con su bicicleta y su grupo de amigos excéntricos en busca de algo que es incapaz de definir.
Nada en Sena es lo que parece, ni su idílica infancia rural en el noroeste de España ni su acomodada existencia de esposa de un alemán de clase alta. Una atmósfera de urgencia y cambio planea sobre ella hasta que conoce a Yuri, un misterioso y fascinante judío ruso, que irá poco a poco removiendo el poso que hay en su vida. Pero lo que empieza como una historia de amor fou se transforma en una pesadilla porque no es tan fácil que ni ella ni Yuri se deshagan de su pasado.
«Mi nombre es Sena parece un triángulo amoroso, o quizá un libro de viajes por Israel, España, Alemania y Rusia. Pero en realidad es la historia de tres personajes que no encuentran su lugar en el mundo. Y sobre todo, de una mujer tratando de entender quién es la persona que la mira desde el espejo». Santiago Roncagliolo
FEBRERO DE 2000
NOROESTE DE ALEMANIA
-Escucha con atención: mantén el dedo fuera del gatillo hasta que estés dispuesta a disparar. Empujamos la corredera hacia atrás y ya tenemos tiro en la recámara -dice el hombre.
-¿Empujamos? ¿Qué pasa?, ¿estás adiestrando a un ejército entero?
El hombre se inclina sobre la mujer.
-Empujas -susurra-, aprietas el gatillo teniendo cuidado con el retroceso. Y después de disparar: uno, corredera atrás; dos, martillo.
Ella toma aire. Hay nieve, cada vez más nieve. Los copos se depositan sobre la tierra en una sábana asfixiante. Y hace frío, un frío denso, casi palpable. La mujer se ha puesto un plumífero y se ha hecho una trenza que le cae sobre el pecho como una soga deshilachada. Su rostro ovalado está muy pálido. No se ha pintado los ojos ni los labios, hace siglos que no se pinta, hace siglos que no se peina. Hace siglos que no se pone su vestido púrpura.
-Vístete de púrpura para mí -había dicho él.
Y ella lo había hecho. ¡Púrpura! Un color intenso como una premonición. Se había comprado aquel vestido de raso para él, sin ser consciente de ello lo había hecho por él.
Eso había sido entonces.
Ahora, cuando se viste, su única intención es abrigarse bien. Abrigarse por dentro y por fuera. Parapetarse dentro de su abrigo. Porque se hallan inmersos en el periodo de entrenamiento, del campamento de la KGB o de las milicias israelíes o de lo que diablos sea eso que están haciendo.
Ahora los movimientos de él se han desnudado de esa ternura animal que ella anhela. Son bruscos, impacientes. Aunque sigue teniendo esa mirada: una mirada que suelta las riendas.