
Ficha técnica
Título: La noche de la Usina (Premio Alfaguara 2016) | Autor: Eduardo Sacheri | Editorial: Alfaguara | Colección: Hispanica | Formato: tapa blanda con solapa | Páginas: 376 | Medidas: 151 X 240 mm | ISBN: 9788420419589 | Fecha: may/2016 | Precio: 18.90 euros
La noche de la Usina
Eduardo Sacheri
En un pueblo perdido de la provincia de Buenos Aires, muchas cosas están a punto de extinguirse. Durante la crisis económica de 2001 que desembocó en el corralito bancario, un grupo de vecinos se propone reunir el dinero necesario para llevar a cabo un proyecto que podría ser una salida de la decadencia y la pobreza. Pero en medio de la incautación general de los ahorros, sufren una estafa particular que los decide a recuperar lo perdido.
En esta novela Eduardo Sacheri narra la historia de esa merecida revancha de los perdedores, consumada en una noche legendaria y secreta que quedará en el recuerdo.
En un país sin justicia solo queda la revancha.
«Pampa y política, tiempos muertos de vida cotidiana y diálogos muy vivos, con un trasfondo crítico lleno de suspenso en el que la rabia fecunda es compatible con el humor más fresco.»
Del acta del jurado del XIX Premio Alfaguara, presidido por Carme Riera y compuesto por Michi Strausfeld, Carlos Zanón, Sara Mesa, Mercedes Corbillón y Pilar Reyes.
La crítica ha dicho…
«[…]el nuevo libro de Eduardo Sacheri es un desahogo, un reparador y oportuno suspiro que llena de oxígeno el alma de los perdedores. El gol del honor, que le dicen.» Jorge Londero, La voz del interior
Sobre el autor:
«Sacheri logra como pocos darle una proyección universal a las historias que cuenta. Historias de gente común donde lo cotidiano se vuelve épico.» Juan José Campanella
«El argentino Eduardo Sacheri hace de las historias cotidianas lecturas conmovedoras, de los lugares comunes situaciones universales.» Rocío Huerta, El País
«Es la presencia de Sacheri en los guiones lo que hace que las películas de Campanella tengan un importante toque de humor, un humor muy de Buenos Aires, rápido y algo negro.» Soledad Gallego-Díaz, El País
Prólogo
Un hombre sentado en un banco viejo
Hasta hace unos años a O’Connor venía el Circo de los Hermanos Lombardero. Para mayo, cuando empezaba a apretar el frío, o a veces antes si el verano había sido malo en la costa, subían por la provincia y aterrizaban en el deslinde de las últimas casas. Los chicos se enteraban enseguida porque el pueblo era más exiguo que ahora, y porque apenas descargaban los primeros carros empezaba a escucharse el ruido metálico y hueco que soltaba la estructura a medida que la levantaban.
A la gente del pueblo no le atraían, del circo, ni los payasos ni los animales cansados. El que de verdad los cautivaba era el maestro de ceremonias. Arístides Lombardero se llamaba. Algunos decían que no. Que en la intimidad de los carros rodantes su mujer lo llamaba Carlos, y que Arístides era su nombre artístico. Otros pensaban que nadie podía elegir un nombre como ese, y que la única justificación para cargar con él, como una condena, era que a uno lo hubieran bautizado así.
En mitad de la función, después de los trapecistas, Arístides se sentaba en un banco de madera tan mustio como el resto de las instalaciones, bajo la luz impiadosa del foco más poderoso. Abandonaba la entonación ampulosa de las presentaciones de los números y adoptaba un tono casi íntimo, cercano, y empezaba a contar una historia.
Ahora que han pasado muchos años desde la última vez que vino el circo, la gente no consigue ponerse de acuerdo para decidir si Arístides era un buen narrador, a fin de cuentas. A juzgar por la devoción absorta con la que seguían sus palabras, sus gestos y sus pausas, debió serlo. Si uno piensa, en cambio, en lo mucho que le costaba mantener el hilo de las historias, no se puede estar tan seguro