
Ficha técnica
Título: Sin palabras | Autor: Edward St. Aubyn | Traductor: CRUZ RODRIGUEZ JUIZ | Editorial: Literatura Random House | Formato: Tapa blanda con solapa | Páginas: 176 | Fecha: ene/2016 | Precio: 18.90 euros | Ebook: 9,99 euros
Medidas: 132 X 231 mm
ISBN: 9788439730842
EAN: 9788439730842
Temáticas: Contemporánea
Colección: Literatura Random House
Edad recomendada: Adultos
Sin palabras
Edward St. Aubyn
Cuando el parlamentario Malcolm Craig accede a presidir el comité del premio literario Elysian lo hace motivado por intereses que nada tienen que ver con la literatura. J
unto a otros cuatro jueces deberá elegir el libro del año, y utilizará cualquier artimaña para lograr imponer su criterio. Los miembros del jurado discutirán, regatearán y se engatusarán unos a otros con el único objetivo de que su favorito obtenga el galardón.
Y mientras los jueces discuten, negocian y regatean, un grupo de escritores desesperados espera impaciente el veredicto. Entre ellos se encuentra un maharajá millonario que aspira al estrellato literario, un autor primerizo que sufre de mal de amores y una escritora brillante y rompecorazones profesional que, gracias a la incompetencia de su editor, puede perder la oportunidad de adquirir tan preciada gloria.
Reseñas:
«Una sátira rampante que demuestra el talento de St. Aubyn para la comedia; un ojo implacable para detectar las pretensiones y los autoengaños de la gente.» Michiko Kakutani, The New York Times
«Vale la pena leer todo lo que escribe St. Aubyn por la rabia refrescante de su inteligencia y la enorme elegancia de su prosa.» The New York Times Book Review
«Una sátira desopilante sobre el mundillo literario, el libro más divertido que ha escrito nunca.» The Sunday Telegraph
«Los poderes de observación del autor están más afinados que nunca.» Financial Times
«Pone en juego la ironía con una prosa impasible y controlada, bajo la cual se divisa la exasperación de un veterano.» Los Angeles Review of Books
1
Cuando aquella reliquia de la Guerra Fría llamada sir David Hampshire le había propuesto presidir el comité del Premio Elysian, Malcolm Craig pidió veinticuatro horas para meditarlo. Le desagradaba visceralmente Hampshire, epítome del mandarín de colegio privado, que todavía era secretario permanente del Ministerio de Asuntos Exteriores cuando Malcolm acababa de entrar en el Parlamento. Después de jubilarse, Hampshire aceptó el habitual cúmulo de direcciones no ejecutivas que se ofrecía a la gente de su clase, entre ellas un puesto en el consejo del Grupo Elysian, donde había terminado ocupándose de seleccionar el jurado del premio literario. Siempre se citaban a modo de justificación su amplia experiencia y sus numerosos contactos, pero lo cierto era que a David le agradaba el poder de todo tipo: el poder de la influencia, el poder del dinero y el poder del mecenazgo.
Las dudas de Malcolm no se limitaban a Hampshire. Elysian era una compañía agrícola puntera, pero controvertida. Entre sus productos se contaban algunos de los herbicidas y pesticidas más innovadores y lideraba el campo de los cultivos transgénicos, cruzaba trigo con bacalao del Ártico para que resistiera a las heladas o limones con hormigas bala para endurecer la piel. Las zanahorias Jirafa habían sido de gran ayuda para el ama de casa, permitiéndole pelar una sola zanahoria para el almuerzo del domingo en lugar de un manojo o un paquete enteros.