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Ficha técnica

Título: El monstruo de Hawkline | Autor: Richard Brautigan | Traducción: Damià Alou | Ilustrador: Anders Nilsen | Editorial: Blackie Books | EDICIÓN ESPECIAL 40ª ANIVERSARIO | Encuadernación: Cartoné | Tamaño: 21,5 x 14,5 cm | Páginas: 192 | ISBN: 978-84-16290-00-0 | Precio: 18 euros

El monstruo de Hawkline

Richard Brautigan

BLACKIE BOOKS

Si no existiera Richard Brautigan habría que inventarlo. El problema es que solo Richard Brautigan podría  imaginar a alguien tan único como Richard Brautigan.  Al menos en una de sus novelas. Y todo esto podría suceder, porque nada  es imposible en El monstruo de Hawkline, un western cómico-gótico (lo pretendieron filmar Hal Ashby y Tim Burton, aunque sería perfecto para Tarantino o los hermanos Coen) considerado como uno de sus textos más convencionales.

¿Qué es «convencional» para Brautigan, el gurú de la contracultura estadounidense? Pues una pareja de cowboys asesinos a sueldo, una Niña Mágica, dos hermanas idénticas y un mayordomo gigante enterrado dentro de una maleta en una mansión amarilla de Oregón rodeada de nieve aunque el termómetro marque más de 30 grados. Una casa encantada y siniestramente encantadora en la que pueden aparecer plumas verdes en los zapatos, donde los habitantes se quedan desnudos repentinamente o pierden el hilo enzarzándose en conversaciones delirantes (y en posturas sexuales impensables) mientras intentan resolver un caso: el de un monstruo, surgido de un experimento fallido con unas enigmáticas Sustancias, que podría tomar la forma de una luz (acompañada de una sombra patosa y con remordimientos)… Nada es imposible en El monstruo de Hawkline, un western cómico-gótico considerado como uno de sus textos más convencionales. ¿Y qué es «convencional» para Brautigan, el gurú de la contracultura estadounidense? Pues una pareja de cowboys asesinos a sueldo, una Niña Mágica, dos hermanas idénticas y un mayordomo gigante enterrado dentro de una maleta en una mansión amarilla de Oregón rodeada de nieve aunque el termómetro marque más de 30 grados. Una casa encantada donde sus habitantes se quedan desnudos repentinamente o pierden el hilo enzarzándose en conversaciones delirantes (y en posturas sexuales impensables) mientras intentan resolver un caso: el de un monstruo, surgido de un experimento fallido con unas enigmáticas Sustancias…

Uno de los libros más célebres de los setenta y de Richard Brautigan, el escritor más milagroso de la literatura estadounidense del siglo XX. Uno de esos autores que cuentan con tantos seguidores apasionados que su apellido es ya un adjetivo. Sin duda, una novela muy Brautigan.

 

La clase de equitación

Estaban agazapados con sus rifles en el piñal, observando cómo un hombre enseñaba a montar a caballo a su hijo. Era el verano de 1902 en Hawai.

Llevaban mucho rato sin decir nada. Simplemente permanecían al acecho observando al hombre, al muchacho y al caballo. Lo que veían no les hacía muy felices.

-No puedo hacerlo -dijo Greer.

-Esto es una putada -dijo Cameron.

-No puedo matar a un hombre mientras le está enseñando a montar a caballo a su hijo -comentó Greer-. Yo no soy así.

Greer y Cameron se sentían a disgusto en el piñal. En Hawai parecían fuera de lugar. Los dos iban vestidos de cowboys, con unas ropas más apropiadas para Oregón oriental.

Greer llevaba su arma favorita: un Krag 30:40, y Cameron un Winchester 25:35. A Greer le gustaba tomarle el pelo a Cameron por su rifle. Greer solía decir: «¿Por qué conservas este rifle para conejos cuando podrías conseguir un arma de verdadcomo mi Krag?».

Observaban muy concentrados la clase de equitación.

[Artículo de El País sobre Richard Brautigan] 

[ADELANTO DEL LIBRO EN PDF]

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Richard Brautigan

Richard Gary Brautigan nació en Tacoma, Estados Unidos, el 30 de enero de 1935. Su padre nunca lo reconoció y, a los nueve años, su madre los abandonó a él y a su hermana en la habitación de un hotel. Pasaron muchas horas esperando a que volviese, hasta que el cocinero decidió acogerlos. Se ha dichoque su cerebro fue su único juguete. A los veinte años fue recluido en un hospital para enfermos mentales por arrojar una piedra contra una comisaría. Lo había hecho para que lo arrestasen y le diesen de comer, pero en el hospital acabaron diagnosticándole paranoia, esquizofrenia y depresión. En sus propias palabras, allí recibió «suficientes electroshocks para iluminar un pueblo». En ese mismo hospital se filmaría más adelante Alguien voló sobre el nido del cuco.Decidió partir a San Francisco y dedicarse a escribir poesía. Completó diez novelas, nueve poemarios y numerosos cuentos, que al comienzo, le resultó difícil publicar. La Richard Brautigan Library honra su memoria en Vermont. En la década de los noventa, aceptaba manuscritos rechazados por las editoriales siempre y cuando los autores pagasen la encuadernación. La idea se tomó de su novela The Abortion, que en gran parte transcurre en una biblioteca de obras inéditas. En 1964 se publicó Un general confederado de Big Sur. Fue un clamoroso fracaso. En el otoño de 1966, Brautigan se divertía con la idea de ser un autor de culto en Berkeley, donde el libro funcionó bien en la sección de saldos de una librería emblemática. A pesar de los reveses, perseveró y en 1967 se publica La pesca de la trucha en América, éxito instantáneo de crítica y público, que obtuvo fama internacional y, cómo no, abonó el terreno para su caída. En azúcar de sandía, su tercera novela, cerró una primera trilogía (editada al completo por Blackie Books), crepuscular pero alegre, previa al desastre, y que hemos publicado en orden cronológico.El monstruo de Hawkline forma parte de una segunda trilogía escrita durante los años setenta con la que quiso parodiar sus géneros populares favoritos: erótico, detectivesco y western. A esta última categoría pertenece la obra que rescata ahora Blackie Books, novela imprescindible que reinterpreta las historias de cowboys, cruzándolas con una atmósfera cómica y gótica y narrándolas desde una óptica personal y ultramoderna a la que se sumarán luego tantos otros. Brautigan viajó mucho, compró propiedades, se dio la vida que no había tenido hasta entonces, pero no supo llevar bien el peso de la fama. Las borracheras, el entusiasmo de los seguidores incondicionales y las mujeres (posó con algunas para las cubiertas de sus libros, e hizo que se incluyera su número de teléfono en algunas ediciones), se cobraron un precio alto. Aunque ciertos escritores aplaudieron el éxito del patito feo convertido en estrella y los medios lo ubicaron en el firmamento de la contracultura al lado de Dylan, Ginsberg y Leary, la crítica valoró negativamente sus libros posteriores y sus lectores empezaron a dejar de leerlo. Los sesenta dieron paso a los setenta, y Brautigan se hundió en el declive, transformándose en el símbolo triste de una época convulsa, y pasada. La visión condescendiente lo convierte en víctima de la contracultura. Para otros, sencillamente fue un héroe. En cualquier caso, sigue siendo inclasificable.Estados Unidos ya lo había olvidado cuando, el 25 de octubre de 1984, se halló su cuerpo cubierto de gusanos. Unas semanas antes se había pegado un tiro. Paradójicamente, los lectores del mundo entero que siguen descubriéndolo son legión. No ha hecho falta que siguiera escribiendo, aunque al leerlo se le eche tanto en falta.

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