Iván Thays
carátula
La garchofa esmeralda (Mansalva) es el inexplicable (para mí) título de un libro en prosa del poeta argentino Alejandro Rubio (conocido en el ambiente bloggero argentino como Maiakovski) que, al parecer, va con la pata en alto contra las nuevas generaciones. Incluye un ensayo titulado ?La literatura argentina es el mal? en el que, al parecer, no queda títere sin cabeza.
Dos preguntas con respuestas de metralleta en el diario Clarín. Primero, le preguntan por los poetas que se han pasado a la prosa:
La idea me parece buena, los resultados no tanto. No sé si Cucurto, Casas, Fernanda Laguna no se tomaron el paso a la prosa con cierta facilidad y pereza, como diría Luis Chitarroni. El peor caso me parece el de Fabián Casas: extrema en su prosa narrativa defectos que ya tiene en el verso. Cierta cosa demagógica, cierto sentimentalismo autocompasivo, cierta idea minimalista del lenguaje que hace a su literatura muy aburrida. Fernanda Laguna confía en su onda, y Cucurto confía en que su mundo lumpen inmigrante ficcional y artificioso funciona por sí mismo. En ese sentido no veo entre la poesía y la prosa una continuidad, veo un empeoramiento?.
También se le pregunta por los jóvenes de los años 2000, la llamada Joven Guardia:
Creo que los narradores de la joven guardia se apoyaron demasiado en una continuidad con la narrativa de los noventa, y no con la poesía de los noventa. Lo que es natural y lógico, porque la poesía de los noventa circulaba en ediciones de 300 ejemplares, que se consiguen en pocas librerías, sin prensa. Entonces los tipos se apoyaron en la narrativa de los noventa, con sus valores y vectores, como mirar la narrativa norteamericana. Supongo que un par de talleres literarios sonados les habrán hecho también mucho daño. A eso sumale la presión editorial, que quería una joven guardia en el siglo XXI. La presión editorial formatea mucho la mente de un escritor joven.