Iván Thays
La época del nazismo regresa con fuerza en la literatura
¿Cuántas novelas he leído sobre el nazismo últimamente? Pueden ser decenas. Hace poco nomás, ayer o anteayer, terminé El regreso de Bernhard Schlink, por ejemplo. Ahora abundan novelas sobre el tema, pero antes no era tan sencillo escribir al respecto, como comenta el suplemento Ñ:
En 1949, Adorno prohibió escribir sobre los campos. Treinta años después, Maurice Blanchot, gran escritor pero de actividad oscura bajo la ocupación, trató de ?indecente? a William Styon por La elección de Sofía. ?Imposible una novela sobre Auschwitz: o no es novela, o no es Auschwitz?, zanjaba el Nobel de la Paz Elie Wiesel. Las cosas empiezan a cambiar. ?La novedad no es ya que se haga ficción sobre la historia, sino que hacerlo no provoque el mismo escándalo?, señala Yannick Haenel, 43 años, cuyo Karski (Gallimard), premio Interallié 2009 y 90.000 ejemplares vendidos. recrea, entre ficción y datos, la historia del resistente polaco que alertó al mundo, en 1943, sobre el genocidio. Haenel sigue asombrado por la repercusión de su libro: ?Pensé que sólo podía interesar a un puñado de especialistas, por la yuxtaposición de documentos y ficción, para no mezclarlos en una sopa novelesca?.
Sin embargo, las cosas han cambiado. Ahora el tema es extensamente tratado y no solo por los sobrevivientes o la generación posterior, sino por una gran mayoría de escritores europeos (y latinoamericanos, habría que añadir, pensando en Jorge Volpi o Roberto Bolaño). Se trata de hace lo que Isaac Rosa (según comentó Mercedes Cebrián) llamó ??aprovechar la oferta de recuerdos?. Y es que hay tantos recuerdos sobre la época que muchos escritores aprovechan para escribir sobre ella aunque hayan nacido muchas décadas después. La punta del iceberg, obvio, es Jonathan Litell y Las Benévolas, que vendió un millón de copias.
En marzo, el Goncourt de la primera novela recayó en un autor añada 1972, Laurent Binet, por HHhH (Grasset), título desvelado en la página 180: ?Himmlers Hirn heisst Heydrich? (el cerebro de Himmler se llama Heydrich). Su investigación sobre el asesinato de Heydrich, brazo derecho de Himmler y planificador de la solución final, vendió 55.000 ejemplares. Construido sobre los lazos ambiguos entre literatura y vida, el autor colado en la historia para relativizar la eficacia del discurso, el libro confirma esta definición de Binet: ?Para que un hecho penetre en la memoria, transfórmalo en literatura?. Binet, autor y personaje, descubre alusiones a Heydrich en un filme de Rohmer, visita los sitios de Praga relacionados con el atentado, acumula libros y datos y plantea, sobre el telón de fondo de una guerra militar, el combate entre ficción novelesca y verdad histórica. ?Si los escritores no se apropian de la memoria de los campos, si no la hacen revivir y sobrevivir con su imaginación creadora ?escribe Semprún en Une tombe au creux des nuages (una tumba en lo hondo de las nubes)?, se extinguirá con los últimos testigos?. Obediente, otro treintañero, Fabrice Humbert, vecino de Binet en París, se apropió de la memoria de un deportado: en L?origine de la violence (Éditions du Passage; 45.000 ejemplares vendidos), el protagonista y autor reconstruye la vida en Buchenwald, ?para comprender lo que sufrió mi abuelo?. Uno de los últimos trenes franceses con deportados salió rumbo a Dachau el 2 de julio de 1944. Arnaud Rykner describe aquel viaje en Le wagon (Éditions du Rouergue), en librerías el 1 de septiembre. El lector es introducido en el vagón, ?una lata de conservas desbordante de pus?, ?los muertos mezclados con los vivos, las náuseas?. Pero Rykner aclara de entrada que aquello es novela. Lógico: el autor nació 22 años después de aquel viaje.