Iván Thays
Manuel Scorza
La editorial argentina De la campana, en la serie Canto Rodado, ha publicado La danza inmóvil, la última novela de Manuel Scorza, publicada poco antes de su trágica muerte. Un escritor pretende vender a dos editores en un bar de París. La novela aun no ha sido escrita; lo que leemos es la novela ofrecida.
Dice la reseña en Radar Libros:
Que la novela transcurra entre Europa y Latinoamérica tampoco es casual: mucho se ha hablado del trance latinoamericano, del golpe colonizador que partió al medio la tradición indígena con una Historia europea importada, de la problemática del mestizo como desterrado, y del destierro que hasta el día de hoy sufre el inmigrante ilegal en el Viejo Continente. Y es que el escritor que termina de contar el argumento de La danza inmóvil no deja de ser un comepán garroneando un trabajo (sin ciudadanía). Para peor, la novela no convence del todo a los editores: debería agregar que los guerrilleros se convierten en oro y situarla en Cuba, cosa de ganar buenas críticas.
?Yo sé que a muchos mi novela les va a irritar porque planteo temas como el del desencanto que tengo después de haber asistido a grandes derrotas?, dijo Scorza cuando publicó La danza inmóvil, poco antes de su muerte trágica. Al pasar de los Grandes Relatos Epicos a una historia autorreferencial, Scorza puso el dedo en la llaga del compromiso político; cuestionamiento que hoy puede ser moneda corriente pero en los ?80 apenas afloraba: ¿hasta dónde llega el compromiso político de un escritor? ¿Cómo narrar la Historia de Latinoamérica sin caer en la ?exotización? de sus mitos y su política? Scorza parece decir: la organicidad del compromiso está decayendo porque todo lo orgánico se vuelve bacteria. Y hoy día lo único orgánico que puede tener un escritor es una huerta. Aunque no debería de perder de vista las cosas que anduvo plantando.