
Ficha técnica
Título: Un cerebro a medida | Autores: Pierre-Marie Lledo y Jean-Didier Vincent | Editorial: Anagrama | Colección: Argumentos | Traducción: Cristina Zelich | ISBN: 978-84-339-6353-6 | PVP con IVA: 19.90 euros | Nº de páginas: 280 | Ebook: 15,99 euros
Un cerebro a medida
Nuestro cerebro no es un órgano que permanezca inalterable en cuanto alcanzamos la edad adulta. Evoluciona a lo largo de nuestra vida, en función tanto de nuestra historia como de nuestra vida. Y esta plasticidad abre perspectivas para quienes sufren trastornos provocados por algún traumatismo o una enfermedad degenerativa.
¿Podemos considerar la posibilidad de recobrar el habla tras un accidente cerebrovascular? ¿Nos encaminamos hacia una medicina regeneradora? Junto a ese cerebro reparado, ¿no hay también un cerebro aumentado, o bien dopado, que se perfila gracias a programas de adiestramiento cognitivo, a los psicoestimulantes, a las moléculas «inteligentes» y a otros implantes? Memoria fortalecida, visión nocturna perfecta, control a distancia de robots: ¿qué nos preparan las nuevas neurociencias? ¿Y si la inmortalidad no fuera simplemente un sueño?
INTRODUCCIÓN
El ser humano y su cerebro, ¡menudo asunto!
Anónimo
Habría que decir ¡menuda maravilla! El cerebro de un ser humano sólo le pertenece a él, sin embargo no es consciente de su presencia, del mismo modo que tampoco nota nada cuando lleva un traje cortado perfectamente a su medida. A veces la cabeza pesa y duele, pero, paradójicamente, el cerebro, órgano de todas las sensaciones, es en sí mismo insensible: una masa blanda que se ofrece sin dolor al bisturí del neurocirujano. Cortado según un patrón que es el mismo para toda la especie, expresa el ser propio de cada individuo, dicho con otras palabras, su alma, con toda la prudencia que corresponde al uso de una palabra cargada de metafísica.
Durante mucho tiempo, esa forma de 1.500 gramos de materia blanda y grisácea se ha resistido al análisis de los observadores. El obispo Niels Stensen, también llamado Nicolás Steno1 (1638-1686), canonizado por la Iglesia católica, fue un gran sabio, anatomista, geólogo y también teólogo, antes de dedicarse a la conversión de los luteranos. Denunciaba «la pretensión de esas personas [Descartes y compañía], presurosas por afirmar [y] ofrecer la historia del cerebro y la disposición de sus partes con la misma seguridad que les otorgaría haber presenciado la composición de esta máquina maravillosa y haber penetrado en todos los designios de su gran arquitecto».