
Ficha técnica
Título: La muerte del padre | Autor: Karl Ove Knausgård | Editorial: Anagrama | Colección: Panorama de narrativas | ISBN: 978-84-339-7844-8 | PVP con IVA: 22.90 euros | Nº de páginas: 504 | Traducción: Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo
La muerte del padre
Karl Ove Knausgård
Karl Ove Knausgård está luchando con su tercera novela casi diez años después de que su padre se emborrachara hasta morir. Quiere que sea una obra maestra, pero le atormentan las dudas sobre su talento como escritor y se pasa los días imaginando epitafios nada halagadores para sí mismo. La mente de Karl Ove deambula entre sus frustraciones actuales y su relación con su familia y el pasado -su infancia, las inseguridades de la adolescencia, el descubrimiento del sexo, del alcohol, esa «bebida mágica», su pasión por el rock- cuando su padre tenía la misma edad que él ahora. Era un niño serio y a menudo angustiado, con un hermano más feliz y menos complicado que él, una madre apacible y cariñosa pero casi invisible, y un padre distante e imprevisible. Un padre cuya muerte prematura suscitó en él emociones contradictorias, alivio, y también un profundo dolor, sentimientos que el protagonista aún no ha conseguido aceptar.
La muerte del padre es la primera novela de las seis que conforman Mi lucha y que pueden ser leídas de forma independiente o como partes de un proyecto muy ambicioso. Karl Ove Knausgård se embarca en una exploración proustiana de su pasado y desmenuza la historia de su propia vida hasta obtener las «partículas elementales». El resultado es una historia universal de los combates -grandes y pequeños- que todos debemos librar en nuestras vidas, una novela tan profunda como absorbente que nos atrapa desde la primera página, escrita como si la propia vida de su autor estuviera en juego.
«Una confesión dolorosamente sincera, un triunfo sin igual, una lectura adictiva, un suicidio literario, una ambiciosa pieza de hiperrealismo, un libro de una originalidad asombrosa» (Aftenposten, Noruega).
«Los lectores no pueden sino deleitarse por la maestría con que el autor crea una obra de arte de aquello que es absolutamente personal y privado» (Berlingske Tidende, Dinamarca).
«La novela se sitúa en el terreno de la gran literatura, la de Marcel Proust, Robert Musil y Thomas Mann, y se manifiesta como narración y reflexión… Knausgård muestra su gran talento al crear una obra de arte con materiales que habitualmente son personales, privados, secretos» (Berlingske Tidende, Dinamarca).
«Un libro emocionante, libre de tabúes; sus descripciones, tan evocadoras, bombardean al lector con interrogantes» (NDR Kultur, Alemania).
«Se apodera del lector, se mete bajo su piel» (Esta, Holanda).
«Tan sublime como desea su autor, debería devolver a la vida a los lectores cínicos o fatigados» (Boyd Tonkin, The Independent, Inglaterra).
«Knausgård intenta nada más y nada menos que escribir su propia y proustiana «búsqueda del tiempo perdido»» (Times Literary Supplement).
«Knausgård se ha embarcado en un proyecto demencial, con un desprecio por las convenciones que sólo los verdaderos genios pueden alcanzar. Una victoria literaria» (Affari italiani, Italia).
«Entre Proust y los bosques. Una obra como tallada en granito, exacta y fortísima. Más real que la realidad» (La Repubblica, Italia).
PRIMERA PARTE
La vida es sencilla para el corazón: late mientras puede. Luego se para. Antes o después, algún día ese movimiento martilleante se para por sí mismo y la sangre empieza a correr hacia el punto más bajo del cuerpo, donde se concentra en una pequeña hoya, visible desde fuera como una zona oscura y blanda en la piel cada vez más blanca, a la vez que la temperatura baja, los miembros se endurecen y el intestino se vacía. Los cambios de las primeras horas ocurren tan lentamente y se realizan con tanta seguridad que recuerdan algo ritual, como si la vida capitulara según determinadas reglas, una especie de gentlemen’s agreement por el que se rigen también los representantes de lo muerto, ya que siempre esperan a que la vida se haya retirado para iniciar la invasión del nuevo paisaje. Entonces, en cambio, es irrevocable. Nada puede ya detener a las enormes colonias de bacterias que empiezan a expandirse por el interior del cuerpo. Si lo hubieran intentado tan sólo unas horas antes, se habrían encontrado con una gran resistencia, pero ahora todo está quieto en torno a ellas, y penetran cada vez más en lo húmedo y lo oscuro. Alcanzan los canales de Havers, las criptas de Lieberkühn, las islas de Langerhans. Alcanzan la cápsula de Bowman en los riñones, la columna de Clarke en la médula espinal, la sustancia negra en el mesencéfalo. Y alcanzan el corazón. Éste sigue intacto, pero como ya no goza del movimiento al que toda su construcción está dirigida, hay algo de abandonado en él, podríamos imaginarnos algo así como una obra que los obreros han tenido que abandonar a toda prisa, la maquinaria inmóvil brillando con luz amarillenta hacia la oscuridad del bosque, los barracones vacíos, las vagonetas del funicular colgando cargadas hasta los topes por la ladera.