Jean-François Fogel
Ayer, pasando a la velocidad de la luz por Barcelona entré a la "Casa del llibre" (en castellano: la "Casa del libro") del paseo de Gracia (en Catalán: passeig de gracia). Tuve el comportamiento rutinario de un adicto, es decir, compra de tres libros: poemas de Joan Margerit, un estudio sobre la comunicación política y una cosita inverosímil, La librería de los escritores. 75 páginas. Texto de Mijaíl Osorguín, ilustraciones de Alexei Remizov y poesías de Marina Tsvietaieva. El texto cuenta cómo unos escritores -arruinados por la revolución de 1917, la represión política y el fallo total de la política económica del nuevo poder- consiguieron sobrevivir vendiendo libros en Moscú entre 1918 y 1922. Su tienda era un refugio, un centro cultural, un lugar milagroso donde las fuerzas del espíritu sobrevivían en el desplome total de la actividad económica. La NEP, la nueva política económica de Lenin, terminó por matar el negocio con una tasa de impuestos insoportable. Pero antes, pasó algo gracioso muy contado a la manera de un relato ingenuo por Osorguín: la supervivencia de un mundo cultural.
Leído de un tirón, el libro deja un sabor que se daba antes, de la época de las visitas a las librerías en lugar del viaje por las páginas de Amazon en Internet. Dentro de la librería del paseo de Gracia había una librería rusa… Y el cuento no se termina pues el editor de la versión española del libro es "Edicions de la Central", la empresa que ofrece en sus librerías, tanto en Barcelona como en Madrid, el placer de antes, de las visitas fenomenales para hojear y comprar papel.
El libro tiene un coeditor en México: la editorial "Sexto Piso" de Coyoacàn, lo que me parece de un exotismo fenomenal. Osorguín fue una gran figura del exilio ruso en París en los años 30, vive ahora entre México y Catalunya y sobrevive entre nuestras manos con un libro que es una joya: mezcla de papeles, ilustraciones a color, reproducción a mano de la escritura de Marina Tsvietaieva. Habrá que ser un gran amigo mío para robarme este libro. ¿Cómo se puede vivir sin visitas deslumbrantes a librerías?