
Ficha técnica
| Encuadernación: Rústica con solapas | ISBN: 978-84-7506-565-6 | PVP: 19.90 euros
| En la estantería: Biografias, Ciencias sociales
Las ocultas
Martín de Riquer
Marta Elisa de León fue al infierno y volvió. El infierno era la mentira, la ambigüedad, el consumismo, la poca autoestima, la obsesión por la imagen, el trastorno emocional… en suma: la vida como prostituta. Iniciada como por juego, lúdica al principio, luego angustiosa, convertida en cautividad.
Siete años después, la autora revive aquella vida oculta en un libro sin equivalencia con los de su género: no busca el morbo ni el escándalo, no se refugia en el sarcasmo, no trata como enemigos a los hombres, no se envuelve con la fantasía del glamour, no se ampara en la coartada de la denuncia.
Se limita a relatar, con una prosa transparente y vivaz, con extraordinaria precisión y originalidad sorprendente, su experiencia de ida y vuelta.
El viaje de una chica normal que quiso dar un paseo por el lado salvaje y se quedó allí diez años. El testimonio de una mujer imaginativa, lúcida, que ha decidido al fin desocultarse.
PÁGINAS DEL LIBRO
VII
UN TRABAJO QUE NO CUENTA COMO TRABAJO
¿Cómo salí de la prostitución? Pues asumiendo lo contrario del consumismo, lo cual hablando en plata se llama volverse pobre. Logré dejar la prostitución yéndome al extremo: acepté ser pobre, al menos durante un tiempo. La cosa no tenía vuelta de hoja: o lo hacía así, o no salía.
Hay quien logra salir por la vía matrimonial. Conozco algunos casos de exputas que lo son porque se casaron con exclientes y el caso de otra que se casó con un no-cliente, pero muy rico, y dejó el puterío. Cabría preguntarse si dejar de ser puta porque te casas no es un modo encubierto de continuar dependiendo de un hombre por dinero; pero, aunque esto pueda ser verdad en principio, no es lo mismo que acostarte por necesidad con docenas de hombres que no te gustan para sobrevivir, no sé si me explico.
Otras putas, aunque son casos excepcionales, lo dejan porque logran estudiar o proyectar algo que finalmente les funciona. Afortunadas ellas, no fue mi caso. Otras se montan su propio negocio «puteril» y en realidad nunca salen del ambiente. Finalmente estoy yo, y tal vez otras como yo (aunque todavía no he conocido a nadie con una historia similar), las que no fuimos capaces de dar con otra clave para dejarlo salvo asumir que no íbamos a ganar dinero y que nos daba igual. Sientes que tu si-
tuación es a vida o muerte, y te la juegas. Intuyes que, o lo dejas ya, o eso acaba contigo. Te ves en las puertas de la aniquilación personal o del desespero suicida, te agarras fuerte y te lanzas a la nada… A la pobreza. Aunque te dé pavor.