
Ficha técnica
Título: Atrapa el pez dorado | Autor: David Lynch | Editorial: Mondadori | Colección: Literatura Mondadori | |Precio: 17 € | Páginas: 192 | Formato: 177 x 177 mm. | Género: Ensayo | Fecha de publicación: 3 de Octubre 2008
Atrapa el pez dorado
David Lynch
En Atrapa el pez dorado, el director de cine David Lynch abre una pequeña ventana hacia su mente, hacia sus procesos creativos y lo que le mueve a elegir ciertos temas. Se trata de un ensayo sobre el origen de las ideas y la creatividad, aplicado al universo Lynch. El foco de partida del libro es la meditación, algo que apasiona a David Lynch desde hace años, y es también un compendio de ideas y pensamientos que busca fomentar la creatividad. Lynch aboga por dejar trabajar a la intuición y va revelando, de forma ágil y amena, detalles sobre su carrera, sus películas, Hollywood, etc. Para demostrar ciertos aspectos de su propia forma de crear, algo que resultará aún más apasionante para los adeptos al cine de este autor. Música, pintura, películas… Lynch enlaza temas y lanza ideas… esas ideas que, según ha comentado en una entrevista, «son como un gran pez que uno puede atrapar».
L A P R I M E R A Z A M B U L L I D A
Aquel cuya felicidad es interior, cuya satisfacción es interior,
cuya luz es toda interior, ese yogui, que es uno con el Absoluto,
alcanza la libertad eterna en la conciencia divina.
BHAGAVAD-GITA
La primera vez que oí hablar de meditación, no me interesó nada. Ni siquiera sentí curiosidad. Me pareció una pérdida de tiempo.
Aunque lo que llamó mi atención fue la frase «La verdadera felicidad está en el interior». Al principio me pareció algo mezquina, porque no te dice dónde está ese «interior» ni cómo alcanzarlo. Pero no obstante, parecía esconder cierta verdad. Y empecé a pensar que tal vez la meditación fuera un modo de llegar al interior.
Me informé sobre la meditación, hice algunas preguntas y empecé a considerar distintas variantes. Justo entonces, telefoneó mi hermana y me contó que llevaba seis meses practicando meditación trascendental. Noté algo en su voz. Un cambio. Una nota de felicidad. Y pensé: «Eso es lo que yo quiero».
De modo que en julio de 1973 acudí al centro de MT de Los Ángeles y conocí a una instructora que me gustó. Se parecía a Doris Day. Y me enseñó una técnica. Me dio un mantra, que es un pensamiento-vibración-sonido. No se medita sobre su significado, pero es un pensamiento-vibración-sonido muy específico.
La instructora me condujo a una salita para que meditara por primera vez. Me senté, cerré los ojos, empecé a entonar el mantra y fue como si estuviera en un ascensor y cortaran el cable. ¡Bum! Caí en la dicha, en pura dicha. Y ahí me quedé. Luego la maestra me avisó: «Hora de salir; ya han pasado veinte minutos». Yo exclamé: «¡¿Ya han pasado veinte minutos?!». Y me mandó callar porque había más gente meditando. Me resultó una experiencia familiar, pero a la vez nueva y poderosa. Desde entonces opino que la palabra «única» debería reservarse para esa experiencia.
Te conduce a un océano de conciencia pura, de conocimiento puro. Pero te resulta familiar, eres tú. Y al instante emerge una sensación de felicidad: no de felicidad bobalicona, sino de honda belleza.