
Ficha técnica
Título: Un tiempo de rupturas. Sociedad y cultura en el siglo XX | Autor: Eric J. Hobsbawm | Traducción: Cecilia Belza y Gonzalo García | Editorial: Crítica | Colección: Serie Mayor | Género: Ensayo | ISBN: 978-84-9892-576-0 | Páginas: 312 | Formato: 15,5 x 23 cm.| Encuadernación: Tapa dura con sobrecubierta | PVP: 24,90 € | Código: 10018894 | Publicación: 6 de junio de 2013
Un tiempo de rupturas
Eric J. Hobsbawm
«Este es un libro -nos dice Eric Hobsbawm- sobre lo que les sucedió al arte y a la cultura de la sociedad burguesa una vez esta sociedad desapareció, en la generación posterior a 1914». Su destrucción se produjo como consecuencia de los efectos combinados de la revolución en la ciencia y la tecnología, del desarrollo de la sociedad de consumo y de la entrada de las masas en la escena política.
Unas sociedades inmersas en la constante presencia de nueva información y de nueva producción cultural -de sonidos, imágenes, palabras y símbolos- han visto transformarse el modo de aprehender la realidad, pero también su concepción de la cultura, que estaba asociada a las convenciones que gobiernan la relaciones humanas.
Este libro, el último que dejó escrito Hobsbawm, es una gran aportación a la historia de la cultura del siglo XX, como lo señala el profesor Richard Evans: «Leyendo este libro he aprendido una enorme cantidad de cosas que antes no sabía». Pero es también una reflexión sobre un presente convulso, un tiempo de incertidumbre en que, nos dice Hobsbawm, miramos hacia adelante con perplejidad, sin guías que orienten nuestro camino hacia un futuro irreconocible.
Capítulo 1
MANIFIESTOS
La mayoría de cuantos participan aquí han escrito manifiestos. Yo no tengo manifiestos que proponer y no creo que jamás haya esbozado siquiera un documento de tal nombre, aunque he bosquejado textos equivalentes. No obstante, llevo leyendo textos llamados «manifiestos» durante casi un siglo e imagino que eso me otorga cierta credibilidad como comentarista, en una maratón de manifiestos. Mi vida intelectual escolar se inauguró en Berlín, a los quince años, con un manifiesto: el Manifiesto Comunista de Marx y Engels. Y tengo una fotografía de prensa donde aparezco, con los ochenta ya cumplidos, leyendo el periódico italiano Il Manifesto, que es, según creo, el último diario europeo que se denomina a sí mismo comunista. Como mis padres se casaron en la Zúrich de la primera guerra mundial, entre Lenin y los dadaístas del Cabaret Voltaire, me gustaría pensar que un manifiesto de los dadaístas profirió un sonoro pedo en el momento de mi concepción; pero por desgracia, el primer manifiesto dadaísta se recitó tres meses antes de que esto pudiera suceder.
En realidad, los lectores sistemáticos de manifiestos son una especie del siglo xx. En siglos anteriores se han conocido abundantes declaraciones colectivas de esa naturaleza, sobre todo religiosas y políticas, pero recibieron otras etiquetas: peticiones, cartas y constituciones, llamamientos, etc. Existieron las grandes declaraciones – la Declaración de Independencia de Estados Unidos de América, la Declaración de los Derechos del Hombre-, pero por lo general son textos de gobiernos y organizaciones de lo más oficial, como la Declaración Universal de Derechos Humanos, de 1948. La mayoría de los manifiestos son del siglo pasado.