
Ficha técnica
Título: Pobres magnates | Autor: Thomas Frank | Traducción: María Tabuyo y Agustín López | Editorial: Sexto Piso | Colección: Realidades | Formato: 15 x 23 cm | Género: Economía política | Páginas: 280 | ISBN: 978-84-15601-42-5 | Precio: 23 euros
Pobres magnates
Thomas Frank
George Orwell afirmó célebremente que en términos políticos el sentido común no resultaba de mayor utilidad. Personas que en otros ámbitos de su vida se conducen con una lógica racional y coherente, en política albergan conceptos contradictorios sin advertirlo y se guían por prejuicios y pasiones que muchas veces desembocan directamente en el fanatismo. En Pobres magnates, Thomas Frank explora con una impresionante lucidez un fenómeno que parecería desafiar toda lógica común: cómo la derecha norteamericana logró dar la vuelta a la mayor crisis financiera desde la depresión de 1929 para convencernos de que las corporaciones que la ocasionaron, en especial, Wall Street, en realidad eran sus principales víctimas. Así, en lugar de que la crisis llevara a cuestionar el fanatismo de mercado y la desregulación financiera que permitió -una vez más- que las ganancias millonarias fueran privadas mientras las pérdidas se socializaban, el 1% que detenta la mayoría de la riqueza salió más fortalecido que nunca, con el inexplicable apoyo de buena parte del 99% desfavorecido.
En este momento de crisis económica generalizada en Occidente, en el que los ciudadanos europeos de varias generaciones tendrán que pagar los rescates bancarios, Pobres magnates es una guía inmejorable para comprender el inmenso poder seductor y el avance electoral del populismo de derechas. En ese sentido, como demuestra Thomas Frank, el primer enemigo a vencer para cambiar la situación nos mira cada mañana desde el otro lado del espejo.
INTRODUCCIÓN
SEÑALES Y MARAVILLAS
Este libro es una crónica de un tiempo confuso, un período en el que los estadounidenses se levantaron contra amenazas imaginarias y se unieron a teorías económicas que entendían sólo en los términos más evidentes. Trata de un país en el que los temores a la toma del poder por parte del radicalismo se hicieron epidémicos, aunque los propios radicales hacía ya tiempo que habían dejado de desempeñar papel alguno en la vida nacional; de una tierra en la que las pesadillas ideológicas que mostraban las estrellas de la televisión llegaron a parecer más vívidas y convincentes que los contenidos de las páginas de los periódicos.
Visto desde otra perspectiva, ésta es una crónica de un tiempo milagroso, de otro «Gran Despertar», de un resurgimiento de la predicación de la cruzada de la antigua religión del libre mercado. Es la historia de una rebelión desde la base y de la increíble recuperación del movimiento conservador desde las oscuras profundidades de la derrota. Inevitablemente, se le aplican las palabras «populista» y «revuelta», o la expresión escogida a propósito por Dick Armey, el magnífico* de Washington, que encabeza una de las principales organizaciones insurgentes: una «verdadera revolución desde abajo».
Reconozcamos, en efecto, que hay algo de milagroso, algo asombroso, en todo esto. Consideremos los hechos esenciales: ésta es la cuarta sublevación conservadora con éxito que se sucede en el último medio siglo;* cada una de ellas, un bufido más sonoro y con una fanfarronería más populista que la anterior, cada una de ellas situándose más ligeramente a la derecha, y cada una ayudando a componer un capítulo más fascinante en la época histórica que yo llamo «la Gran Reacción», y que otros llaman la «era Reagan» (el historiador Sean Wilentz), la «era de la codicia» (el periodista Jeff Madrick), el «Dominio conservador » (el periodista Godfrey Hodgson), o el «Consenso de Washington» (varios economistas).
Veámoslo de este modo: han pasado más de treinta años desde que la revolución de la oferta conquistó Washington, des de que el laissez-faire se convirtió en el dogma de la clase dirigente de la nación, compartido en gran medida tanto por demócratas como por republicanos. Hemos pasado por décadas de desregulación, dessindicación, privatización y acuerdos de libre comercio; el ideal neoliberal se ha proyectado sobre cada rincón de la vida de la nación. Las propias universidades tratan actualmente de situarse con relación al mercado; eso mismo hacen los hospitales, las empresas eléctricas, las iglesias y los museos; también lo hace Correos, la CIA y el ejército de los EE.UU.
Y ahora, después de que todo esto haya sucedido durante décadas, tenemos un levantamiento de la población que pide que nos inclinemos ante el altar del libre mercado. Y esto sólo poco después de que los sumos sacerdotes de esa misma cosmología llevaran al mundo a la mayor catástrofe económica que se recuerda. «Asombroso» es la palabra adecuada. «Inverosímil» también lo sería. «Absurdo» sería aún más justo.