
Ficha técnica
Título: Memorias del Cigarral | Autor: Gregorio Marañón | Editorial: Taurus | Presentación: Tapa dura | Formato: 19,9 x 24,8 cm. | Páginas: 256 | ISBN: 9788430617555 | Precio: 28,90 euros
Memorias del Cigarral
En estas memorias, el emblemático Cigarral de Menores, testigo de la historia de España y lugar idílico en el que el doctor Gregorio Marañón pasó sus mejores horas, parece tomar la palabra para ofrecernos un relato de casi cinco siglos, desde las hogueras de la Inquisición hasta la actualidad, momento en que el relato se funde de manera natural con las memorias personales de Gregorio Marañón Bertrán de Lis, una de las personalidades más activas de la vida política, empresarial y cultural española.
Un canónigo culto y riquísimo del siglo XVI; un convento de santos que lo heredó hasta la desamortización; un héroe de la Guerra de la Independencia; un prestigioso político liberal y un beato asesinado en la Guerra Civil son algunos de los sucesivos propietarios del Cigarral, hasta que en 1921 el doctor Gregorio Marañón adquirió este maravilloso retiro toledano, en el que escribió casi todos sus libros.
A partir de ese momento, se convirtió en lugar de paso obligado para intelectuales como Unamuno, Azorín, Baroja, Valle Inclán, Menéndez Pidal, Ortega, D’Ors, Madariaga, Gómez de la Serna, Azaña, Aleixandre o García Lorca, que se reunieron en torno a la fascinante personalidad de su dueño y pasearon por unos jardines descritos por Tirso de Molina como «un pedazo de jardín de Adán.»
La narración histórica, magníficamente documentada e ilustrada con extraordinarias fotografías que reflejan la belleza del lugar, enlaza con el relato autobiográfico del autor, actual propietario del Cigarral, cuyo interesante recorrido nos lleva a la actualidad política y social.
Prólogo
Tienes prisa por escribir,
como si fueras con retraso por la vida.
Si es así, corteja a tus fuentes.
Y apresúrate.
René Char
Hay paisajes, ciudades, casas, que tienen el poder mágico de incorporarnos, de hacernos suyos, de suscitar en nosotros un inevitable sentimiento de arraigo. A mí me ha sucedido con el Cigarral y, desde el Cigarral, con Toledo.
Entre sus tapiales de piedra y adobe, el tiempo se remansa y pasa sin herirnos. Su retiro siempre nos aguarda cuando las tormentas de la vida amenazan con desarbolar nuestro espíritu, cuando precisamos de ese descanso que precede al inicio de una nueva aventura o cuando, sencillamente, buscamos el goce en paz de nuestra felicidad.
Con el Cigarral, como con todo lo que se quiere verdaderamente, el sentimiento de posesión se desvanece y nos sentimos llamados a cuidarlo con devoción para transmitirlo cuando llegue el momento. Yo lo estoy haciendo desde 1977 con el mayor respeto a su tradición, pero también sintiéndome libre para llenar de nueva vida su casa conventual y cada uno de los surcos de su campo. Pili, mi mujer, a la que tanto debo también en este entrañable ámbito toledano, me ayuda decisivamente en la tarea: ambos, desde la inefable plenitud del sentimiento amoroso que nos une, compartimos un mismo proyecto de vida del que el Cigarral de Menores forma parte.
Las páginas que siguen se abren a una memoria de más de cuatro siglos que desde hace casi uno se confunde con la memoria de mi familia.